viernes, 30 de septiembre de 2016

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Gracia y paz amados hermanos.


Hemos dejado este alojamiento blogger. Por la gracia del Señor, este grupo de bautistas reformados ha ido creciendo, y a la vez nuestra unión en Cristo. Dios ha permitido que podamos tener nuestro dominio.com



Ahora estamos en la página web:





viernes, 23 de septiembre de 2016

El discernimiento espiritual

 Por Miguel Rodriguez

1 INTRODUCCIÓN

El discernimiento espiritual no consiste en ver demonios a cada esquina, ni en buscar algún espíritu "volando" por ahí. El discernimiento espiritual es discernir las cosas espiritualmente como veremos más detalladamente en este breve estudio. El discernimiento espiritual no es una opción a elegir, es un mandamiento que todo cristiano debe obedecer, pero este es uno de los mandamientos más desobedecidos y olvidados en el día de hoy. Y lo que debemos entender es que todo verdadero cristiano está capacitado por el Espíritu Santo para obedecer este mandamiento en todos los ámbitos de su vida.

2 ¿QUÉ ES EL DISCERNIMIENTO?

El mundo en alguna entiende el concepto de discernimiento. Según la RAE (Real Academia de Lengua Española) significa: “Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas.”

Según el diccionario 2005 Espasa-Calpe significa: “Juicio por medio del cual percibimos y declaramos la diferencia que existe entre varias cosas.”

La diferencia es que el mundo puede discernir las cosas que hay en el mundo, pero no puede discernir las cosas espirituales de Dios.

3 ¿QUÉ ES EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL?


El discernimiento espiritual o bíblico podemos definirlo de la siguiente manera: Es la capacidad de distinguir entre la verdad de Dios escrita y el error que viene del diablo y del mundo, entre el mensaje que viene del Espíritu Santo del que viene del espíritu del error. (Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. 1 Juan 4:6 RV60).

Es la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo. (Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? 1 Reyes 3:9 RV60)

Es la capacidad de juzgar todas las cosas conforme a la Palabra de Dios. (El espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 1 Corintios 2:15 RV60).

Es la capacidad de distinguir entre lo santo y lo profano, entre lo bíblico y lo no bíblico, entre lo que es de Dios y lo que no es de Dios. (Para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio. Levítico 10:10 RV60)

En resumen, ES LA CAPACIDAD DE PENSAR BIBLICAMENTE. (…Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16 RV60)

4 EL PELIGRO DE LA FALTA DE DISCERNIMIENTO ESPÍRITUAL

La falta de discernimiento espiritual produce que la iglesia:

- Siga todo viento de doctrina o introduzcan métodos que se ponen de moda (para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. Efesios 4:14 RV60). 

- Tolere o encubra el pecado. (De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? 1 Corintios 5:1-2 RV60) 

- No pueda distinguir entre la predicación de un verdadero evangelio y un falso evangelio (¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Gálatas 3:1, 1:6-7 RV60) 

- Tolere y acepte la predicación de un falso evangelio (Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis. 2 Corintios 11:4 RV60). Para muchos falsos maestros, el tema del discernimiento es como un tema tabú, porque si es que las ovejas empiezan a discernir espiritualmente sus falsas enseñanzas se verían descubiertas, y los miembros de la congregación descubrirían que se predica un falso evangelio, y/o que lo que se practica en la congregación no es bíblico.

5 ¿CUÁL ES EL ESTÁNDAR PARA PODER DISCERNIR?

El Espíritu Santo nos capacita para discernir, pero no lo hace aisladamente fuera de la Escritura, ni en sueños o visiones, sino a través de la Biblia. SOLO LAS SAGRADAS ESCRITURAS SON NUESTRO ESTÁNDAR PARA PODER DISTINGUIR ENTRE LA VERDAD Y EL ERROR, y para ello debemos desechar nuestras ideas preconcebidas por el molde del mundo o por alguna enseñanza antibíblica que hayamos aprendido antes en alguna congregación que se haya apartado de las Escrituras. Debemos tomar nuestros pensamientos y someterlos a la Palabra de Dios, ya que muchas veces lo que pensamos o sentimos o incluso lo que años atrás nos enseñaron es contrario a la Biblia, y debemos corregirnos con el paso del tiempo.

6 ¿DISCERNIR ES UNA FALTA DE AMOR?

Hay muchas personas que están dentro de las congregaciones que consideran una falta de amor discernir o juzgar espiritualmente todas las cosas y nunca se atreven a juzgar el pecado de la iglesia que no se somete a disciplina, muchos nunca se atreven a juzgar las falsas enseñanzas de su pastor, muchos tienen a su pastor como una especie de semidiós que es intocable e infalible y nadie le puede juzgar, no importa que no sea bíblico su predicación, “su pastor es su dios”. Hasta usan el texto: “no juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:11 RV60) sacándolo de contexto. Otro texto muy usado para argumentar que no se debe juzgar las cosas espiritualmente es el: “que esté libre de pecado que tire la primera piedra.” (Juan 8:7 BAD) Sin embargo, la Biblia dice que existe una relación mutua entre el amor y el discernimiento. Filipenses 1:9 RV60 “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento.” La petición de Pablo es que el amor entre los hermanos crezca cada día más y más, y que este amor este acompañado del conocimiento verdadero de Dios y de un completo discernimiento espiritual para adquirir un buen juicio y juzgar todas las cosas correctamente, es decir, bíblicamente.

En este versículo hay 2 palabras griegas a considerar, son las palabras: ciencia y conocimiento: ciencia es la palabra griega epignosis y significa: "reconocimiento, i.e. pleno discernimiento, conocimiento total, exacto y pleno."

Esta palabra griega aparece en otros versículos, en:
1 Timoteo 2:4 cuando habla del "conocimiento de la verdad."
Colosenses 1:10 cuando habla del "conocimiento de Dios"
Efesios 4:13 y 2 Pedro 1:18, 20 cuando habla del "conocimiento de Jesucristo"
2 Pedro 1:2 cuando habla del "conocimiento del Padre y del Hijo"
Romanos 3:20 cuando habla del "conocimiento del pecado."

Y la segunda palabra es Conocimiento que es la palabra griega aisthesis: Significa: "conocimiento, discernimiento" Esta palabra griega aparece solo una vez en la Biblia. Otras versiones cristianas de la Biblia la traducen un poco mejor que la RV60. Casi todas las versiones tienen alguna similitud en la parte donde dice:"que vuestro amor abunde cada vez más" Así que solo mencionaré la última parte: 

NVI dice: "en conocimiento y buen juicio." (Similar a BAD) 
LBLA dice: "en conocimiento verdadero y en todo discernimiento"
TLA y BLS dice: "que todo lo aprendan bien y lo juzguen correctamente."
RV95 y DHH dice: "en conocimiento y en toda comprensión."
RVG y BTX dice: "en conocimiento y en todo discernimiento"

Entonces, basándonos en el idioma original griego, Pablo lo que pide en oración es que el amor entre los hermanos abunde, y abunde en conocer la Verdad, en conocer a Dios Padre, en conocer a Jesucristo, en tener un amplio conocimiento de Dios para poder tener un buen juicio y poder juzgar las cosas correctamente. Si leemos el versículo anterior: Filipenses 1:8 RV60 Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo, podemos ver que la motivación de Pablo era el amor a Jesucristo que como consecuencia de amar a Cristo, podía amar a sus hermanos. EL AMOR ES LA BASE DEL DISCERNIMIENTO. Por tanto, juzgar las cosas espiritualmente no es falta de amor, es todo lo contrario, una muestra de Dios.

¿Cuál era el motivo por el que los hermanos de Filipos debían crecer en amor y discernimiento?

La respuesta está en el versículo siguiente: Filipenses 1:10 RV60 para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo. Prestemos atención a esta parte: “para que aprobéis lo mejor”. 
Esto significa, para que disciernas lo que es mejor, para que así vean la diferencia entre el bien y el mal.

7 DIOS MANDA A JUZGARLO TODO

“1 Tesalonicenses 5:20-21 RV60 No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno.” No menospreciéis las profecías no se refiere a no menospreciar las supuestas profecías de algunos falsos profetas que existen por ahí, se refiere a no menospreciar la proclamación de la mente y el consejo de Dios, es decir, se refiere a no rechazar el mensaje de la Biblia. Examinadlo todo, examinar es la palabra griega "dokimazo" y se refiere a comprobarlo todo, someterlo a prueba con la Biblia, a examinar y saber distinguir correctamente lo que es Dios y lo que no lo es, antes de aprobarlo. Retened lo bueno aquí algunos piensan equivocadamente que retener lo bueno es: escuchar un mensaje que no es 100% bíblico y tomar lo bueno que este predicando, y lo que no esté en la Biblia se debe desechar. Pero, este texto no dice eso, aquí la palabra retened es la palabra griega katejo que significa: "sujetar, ocupar, poseer, mantener firme." Entonces, en este texto, retened lo bueno, se refiere a ocuparse en las cosas de Dios, sujetarse a Dios, mantenerse firme en Cristo, solo de esta manera podemos retened lo bueno, y repito, nada tiene que ver con escuchar una predica adulterada y retener el 1% de bueno de su predicación. No existe tal cosa, pues, si un mensaje no es 100% bíblico no es de Dios. De nada sirve que una predica sea 99% bíblica y un 1% de error, ese 1% de error te puede "matar".

8 DIOS MANDA A EXAMINAR A LOS PREDICADORES


1 Juan 4:1 RV60 "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." Aquí la palabra probad es dokimazo G1381 recordemos lo que significa: "aprobar, poner a prueba, saber distinguir, someter a prueba con la expectación de aprobar, comprobar, examinar con el fin de decidir, designar." Otras versiones son más acertadas en su traducción:

NVI: Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios,
TLA: Queridos hermanos, no les crean a todos los que dicen que tienen el Espíritu de Dios. Pónganlos a prueba, para ver si son lo que dicen ser
DHH: Queridos hermanos, no crean ustedes a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino pónganlos a prueba, a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no
NTV: Queridos amigos, no les crean a todos los que afirman hablar de parte del Espíritu. Pónganlos a prueba para averiguar si el espíritu que tienen realmente proviene de Dios. Lo que nos trata de decir el apóstol Juan es que los cristianos no debemos creer a cualquier predicador que dice ser cristiano o pretende estar inspirado por el Espíritu Santo, sino que debemos someterlo a prueba para comprobar si el espíritu que hay en ellos viene de Dios o del anticristo, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.

Debes examinar con las Escrituras si el pastor o el predicador que oyes están predicando conforme a la Biblia, discernir y comparar con la Biblia si predican el Verdadero Evangelio o uno falso, no tomes sus enseñanzas tan prontamente solo porque tiene una Biblia bajo el brazo o porque lleva muchos años en el ministerio. Dicho en otras palabras, todo cristiano ha sido llamado a juzgar las enseñanzas de su pastor o predicador, y si lo que predica no es conforme al Evangelio debe huir de ahí por el bien de su alma.

Los cristianos que están bien familiarizados con las Escrituras pueden discernir, en humilde dependencia de la enseñanza divina, a los que establecen doctrinas conforme a los apóstoles y aquellos que les contradicen. La suma de la religión revelada está en la doctrina referida a Cristo, Su persona y oficio. Los falsos maestros hablan al mundo conforme a sus máximas y gustos, COMO PARA NO OFENDER A LOS HOMBRES CARNALES. EL MUNDO LOS APRUEBA, PROGRESAN RÁPIDO Y TIENEN MUCHOS SEGUIDORES COMO ELLOS; el mundo amará a los suyos y los suyos le amarán. La doctrina verdadera de la persona del Salvador, que saca a los hombres desde el mundo a Dios, es marca del espíritu de verdad que se opone al espíritu de error. Mientras más pura y santa sea una doctrina, más probable que sea de Dios; tampoco podemos probar los espíritus por ninguna otra regla, para saber si son o no de Dios. Y ¿qué maravilla es que la gente de espíritu mundano se aferre a ésos que son como ellos, y que adecuan sus ESTRATAGEMAS y discursos a su gusto corrupto? Matthew Henry, Comentarios 1 Juan 4.

Todos los creyentes deben probar los espíritus, no sólo los eclesiásticos. Aun el mensaje de un ángel debe ser probado por la palabra de Dios: mucho más las enseñanzas de los hombres, por santos que parezcan esos enseñadores, la razón por qué debemos probar o examinar los espíritus es porque hay muchos falsos profetas, no solo “profetas” en el sentido de predecir eventos, sino los órganos del espíritu que los inspira, y que enseñan conformemente o la verdad o el error: “muchos anticristos.” como si fuese de parte de Dios. Comentarios Jamieson-Fausset-Brown 1 Juan 4.



¿Por qué un creyente debe juzgar y examinar si su pastor predica el Evangelio bíblico o uno falso? 
Porque la Biblia nos da una advertencia acerca de los falsos profetas y falsos maestros:

2 Pedro 2:1 RV60 Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.

Pedro les recuerda que: En el pasado hubo falsos profetas entre el pueblo de Dios que decían ser enviados por Dios pero no lo eran. Así también los habrá entre ustedes, habrá quienes crean ser maestros enviados por Dios sin serlos y sin que ustedes se den cuenta, ellos les darán falsas enseñanzas y peligrosas que los llevarán a ustedes a la condenación.

Los hermanos de Berea nos han dejado ejemplo, pues, ellos analizaban lo que escuchaban e iban a la Biblia para ver si las cosas eran verdad o mentira.

Que Dios nos ayude a discernir las cosas espiritualmente en todos los ámbitos de nuestras vidas.

jueves, 15 de septiembre de 2016

El Nuevo Calvinismo, los tatuajes y el alcohol

Por Miguel Rodriguez

El Nuevo Calvinismo promueve abiertamente los tatuajes en el cuerpo, y el consumo de alcohol.

El Nuevo Calvinismo es un peligro para el cristianismo verdadero. Toda este corriente se origino con John Piper, Tim Keller y Donald Carson. Piper introdujo la doctrina católica "Lectio Divina", Keller cree en la evolución, y Carson tuvo un silencio complice ante los abusos sexuales a menores en el Ministerio Grace Sovereing. En escencia, el Nuevo Calvinismo abre las puertas del libertinaje y del sincretismo, e intenta unir a diferentes congregaciones y denominaciones bajo la filosofía del Sandemanianismo, que conduce al Ecumenismo.

En teoría, el Nuevo Calvinismo aparenta ser un movimiento reformado de sana doctrina, por eso es que muchos no disciernen, que el "gran despertar" hacia las doctrinas de la gracia es en realidad una expansión del Nuevo Calvinismo, que en la práctica contradice el Calvinismo Bíblico histórico. No solamente tienen doctrinas erradas, sino que también promueven el libertinaje, al promover el consumo de alcohol, el hacerse tatuajes y el fumar.

En Latinoamérica hay mucha ignorancia del Nuevo Calvinismo, quizás porque la gran mayoría no habla el inglés, y es que la gran mayoría de denuncias en contra del Nuevo Calvinismo se encuentran escritas en libros y publicaciones de idioma inglés. En Perú, no solo hay ignorancia, sino también cierta tolerancia con los falsos maestros del Nuevo Calvinismo, pero este movimiento cada día se hace más visible

Cuando una persona está en el mundo y se hace tatuajes en el cuerpo, y tiempo después se convierte a Cristo, si bien es cierto que dichas marcas no podrá borrar pero Cristo ya lo perdono, porque lo hizo en su incredulidad. Lo que no es concebible de ninguna manera es una persona siendo ya cristiana se haga un tatuaje, o peor aún, un pastor o anciano que diga ser de Cristo ande promoviendo los "tatuajes cristianos".

John Piper en su programa 241 de "Ask Pastor John" le preguntaron sobre los tatuajes a lo cual respondió: "Hacerse un tatuaje no es intrínsecamente un pecado..., no creo que lo sea"



Con esta respuesta, muchos de los seguidores idolatras de Piper, uno de los fundadores del Nuevo Calvinismo, tomaron la licencia de hacerse "tatuajes cristianos", pero que de cristianos no tienen nada.

En EEUU, en Arizona, la congregación neo-calvinista "Apología Church", que se identifican como reformados, recientemente ha realizado una recaudación de fondos para plantar una iglesia en Hawai, ofreciendo hacer "tatuajes cristianos" a todos los que asistían a su conferencia. El "pastor" neo-calvinista de la congregación se llama Jef Durbin, quien junto con Pittman organizaron el evento.

Pittman publicó un vídeo en directo sobre la recaudación de fondos del tatuaje para las redes sociales, el cual se tituló "Apología Studios Salón de Tatuajes". En las imágenes, un miembro de la congregación llamado Thad tiene el logotipo de un "Pirata" de Apología Radio Cristiana tatuado en su brazo. Thad fuma un cigarrillo mientras esperaba por su tatuaje.

Esta congregación no solo hacen evento con tatuajes, sino también otros eventos para recaudación de fondos para el mismo proyecto. Hubo otra conferencia llamada ReformCon, que incluyó un momento de "hablar sobre la teología de la cerveza" en un local público, mientras los asistentes a la Conferencia podían participar de un vuelo de cerveza, que es una muestra de diversas cervezas. Algo similar ocurre en Perú, donde los falsos maestros neo-calvinistas promueven abiertamente el beber alcohol.



Entre los participantes de este evento, estuvo James White, conocido por algunos "reformados", y otros personajes del mundo como el director de cine Darren Doane y K. Scott Oliphant, un profesor de apologética y teología sistemática en el Seminario Teológico de Westminster. Posiblemente para algunos White sea considerado un teólogo cristiano, pero lo cierto es que White es neo-calvinista. Pittman y Durbin, como cualquier otro nuevo-calvinista no consideran que el alcohol o el uso de tatuajes sea pecado, al contrario lo promueven abiertamente.

No nos sorprenda que en algún momento, un evento similar ocurra en el Perú, organizado por los neo-calvinistas. Y todos aquellos que tienen debilidad por el alcohol, o por el cigarro o por hacerse un tatuajes seguramente se unirán a ellos, o también aquellos que ven la reforma como una moda, más no como lo fue en el pasado, un volver al Evangelio. 

A nosotros como cristianos nos corresponde huir del pecado y apartarnos del libertinaje del nuevo calvinismo. Dios nos libre de la teología libertina del Nuevo Calvinismo, que Dios nos ayude a cuidar nuestras congregaciones de esta tendencia antibíblica.

"No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios cambie su vida con una nueva manera de pensar. Así podrán saber lo que Dios quiere para ustedes y también lo que es bueno, perfecto y agradable a él." Romanos 12:2 PDT


Fuentes bibliográficas:




viernes, 9 de septiembre de 2016

Jonathan Edwards - Sermones

En esta sección, puedes encontrar los sermones, publicaciones y artículos del pastor Jonathan Edwards


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Pecadores en las manos de un Dios Airado

Por Jonathan Edwards:

Este es su famoso sermón predicado en julio de 1741. 

"A su tiempo su pie resbalará" (Deuteronomio 32:35). 

En este versículo la venganza de Dios amenazaba sobre los israelitas impíos e incrédulos, que eran el pueblo visible de Dios, y quienes vivieron bajo los medios de la gracia; pero quienes no obstante todas los obras maravillosas de Dios para con ellos, permanecieron (como dice el v.28) desprovistos de consejos, no teniendo entendimiento en ellos. De todos los cultivos del cielo, sacaron a luz frutos amargos y venenosos; como en los dos versículos que preceden al texto. -La expresión que he escogido para mi texto, A su tiempo su pie resbalará, parece indicar las siguientes cosas con respecto al castigo y destrucción a que están expuestos estos impíos israelitas.

1. Estuvieron siempre expuestos a destrucción; como uno que permanece o camina en lugares resbaladizos está siempre expuesto a la caída. Esto está implicado en la manera de su destrucción cuando viene hacia ellos, estando representada por sus pies resbalando. Lo mismo es expresado en el Salmo 73:18."Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer."

2. Implica que estuvieron siempre expuestos a una rápida destrucción repentina. Como el que camina en lugares resbaladizos está expuesto en cada momento a caer, no puede predecir si al siguiente momento permanecerá de pie o caerá; y cuando cae, cae de un sopetón sin advertencia, lo cual está también expresado en el Sal. 73:18-19. "Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente!"

3. Otra cosa implicada es, que están expuestos a caer por ellos mismos, sin ser arrojados a tierra por la mano de otro; como aquel que permanece de pie o camina en suelo resbaladizo no necesita otra cosa que su propio peso para caer al suelo.

4. La razón por la que no han caído todavía, ni caen ahora, es solamente porque el tiempo señalado por Dios no ha llegado. Porque se dice que cuando ese esperado tiempo, o momento señalado Ilegue, sus pies resbalarán. Luego se dejarán caer, de la manera en que están inclinados a ello por su propio peso. Dios no los sostendrá ya más en estos lugares resbaladizos, sino que los dejará ir; y luego, en ese mismo instante caerán en destrucción; como aquel que se encuentra en suelos inclinados y resbalosos, o en el filo de un abismo, que no puede mantenerse firme por sí solo; cuando se deja sin apoyo, inmediatamente cae y se pierde.

La observación de estas palabras en las que voy a insistir ahora es ésta: "No hay otra cosa que mantenga a los hombres impíos fuera del infierno en todo momento que el mero placer de Dios." Por el mero placer de Dios quiero significar su placer soberano, su voluntad arbitraria, no restringida por ninguna obligación, ni impedida por ninguna dificultad, ni ninguna otra cosa; como si la pura voluntad de Dios no tuviera ni un momento, en el menor grado, o en ningún otro aspecto, ningún lugar en la preservación de los impíos. La verdad de esta observación aparece al considerar lo siguiente:

1. Dios no desea en ningún instante hacer muestra de su poder arrojando a los impíos en el infierno. Las manos de los hombres no pueden ser fuertes cuando Dios se levanta; el más fuerte no tiene poder para resistirle, ni puede librarse de sus manos. El no sólo es capaz de arrojar a los impíos en el infierno, sino que puede hacerlo fácilmente. Algunas veces un príncipe terrenal se encuentra con la dificultad de sujetar a un rebelde que ha encontrado medios para fortificarse a sí mismo, y se ha hecho fuerte por el número de sus seguidores. Pero no es así con Dios. No hay Fortaleza que sea defensa contra el poder de Dios.

Aunque mano se una con mano, y una vasta multitud de los enemigos de Dios se combinen y asocien, son fácilmente quebrados en pedazos. Son como grandes montones de paja ligera ante el torbellino; o grandes cantidades de rastrojo seco ante llamas devoradoras. Encontramos fácil pisotear y aplastar un gusano que vemos arrastrarse en la tierra; también es fácil para nosotros cortar o chamuscar un hilo delgado que agarre cualquier cosa; y así es fácil para Dios, cuando le place, arrojar a sus enemigos al infierno. ¿Qué somos nosotros para que permanezcamos de pie frente a Él, ante cuya reprensión la tierra tiembla, y las rocas son arrojadas?

2. Ellos merecen ser echados en el infierno; de manera que si la justicia divina se encuentra en el camino, no hay objeción eficaz contra el uso del poder de Dios para destruirlos. Antes, por el contrario, la justicia clama fuertemente por un castigo infinito de sus pecados. La justicia divina dice del árbol que da a luz las uvas de Sodoma, "córtalo, ¿para qué inutiliza también la tierra?" (Luc. 13:7). La espada de la justicia divina está en cada momento blandeada sobre sus cabezas, y no es otra cosa que la misericordia arbitraria y la pura voluntad de Dios que la detiene.

3. Ellos ya están bajo una sentencia de condenación al infierno. No sólo merecen justamente ser arrojados allí, sino que la sentencia de la ley de Dios, esa regla eterna e inmutable de justicia que Dios ha fijado entre Él y la humanidad, ha ido en su contra, y permanece en su contra; de manera que ya están dispuestos para el infierno. "El que no cree, ya ha sido condenado" (Juan 3:18). De modo que cada inconverso pertenece propiamente al infierno; ese es su lugar; de allí es él. "Vosotros sois de abajo" (Juan 8:23), y allí estáis atados; es el lugar que la justicia, la palabra de Dios, y la sentencia de su ley inmutable les han asignado.

4. Ellos ahora son los objetos de ese mismo enojo e ira de Dios que es expresado en los tormentos del infierno. Y la razón por la que no bajan al infierno en cualquier momento, no es porque Dios, en cuyo poder están, no está entonces muy enojado con ellos, como lo está con muchas criaturas miserables que ahora están siendo atormentadas en el infierno, y allí sienten y experimentan el furor de su ira. Si, Dios está más enojado con otros tantos que ahora están en la tierra; sí, sin duda lo está con muchos que están ahora en esta congregación, con quienes está airado con más facilidad que con muchos de los que se encuentran ahora en las llamas del infierno. Pero no es porque Dios se haya olvidado de su impiedad ni se resienta por ello la razón por la que no desata su mano y los corta. Dios no es en conjunto como uno de ellos, para ellos su condenación no se duerme; el abismo está preparado, el fuego ya está listo, el horno está caliente, listo para recibirlos; las llamas se inflaman y arden. La espada resplandeciente está afilada y se sostiene sobre ellos, y el abismo ha abierto su boca bajo ellos.

5. El diablo está listo para caer sobre ellos y asirlos para sí; momento que Dios permitirá. Ellos le pertenecen; él tiene sus almas en su posesión y bajo su dominio. La Escritura los representa como sus buenas dadivas (Luc.11:13). Los demonios los vigilan; siempre están a su diestra por ellos; permanecen esperando por ellos como leones hambrientos y codiciosos que venga su presa y esperan tenerla, pero por el momento se retienen. Si Dios retirara su mano, por la cual ellos son restringidos, volarían sobre sus pobres almas. La serpiente antigua los mira con asombro; el infierno abre su amplia boca para recibirlos; y si Dios lo permitiera serían apresuradamente tragados y se perderían.

6. En las almas de los impíos reinan principios infernales que estuvieran actualmente encendidos y llameando en el infierno de fuego si no fuera por las restricciones de Dios. En la naturaleza de cada hombre carnal está colocado un fundamento para los tormentos del infierno. Hay esos principios corrompidos reinando y en plena posesión de ellos, que son la semilla del infierno de fuego. Estos principios son activos y poderosos, excesivos y violentos en su naturaleza, y si no fuera por la mano restringente de Dios pronto estallarían y se inflamarían de la misma manera que lo harían las corrupciones y enemistad en los corazones de las almas condenadas, y engendrarían los mismos tormentos que crean en ellos. Las almas de los impíos son comparadas en la Escritura al mar en tempestad (Is.57:20). Por el presente, Dios restringe su impiedad por medio de su gran poder, de la misma manera en que hace con las coléricas ondas del mar turbulento, diciendo, "hasta aquí llegarás y no pasarás;" pero si Dios retirara ese poder restringente, rápidamente se llevaría todo por delante. El pecado es la ruina y la miseria del alma; es destructiva en su naturaleza; y si Dios lo dejara sin restricción no faltaría nada para hacer al alma algo perfectamente miserable. La corrupción del corazón del hombre es inmoderada e ilimitada en su furia; y mientras el impío vive aquí es como un fuego contenido por las restricciones de Dios, que si fuera dejado en libertad atacaría con fuego el curso de la naturaleza; y ya que el corazón es ahora un montón de pecado, de no ser restringido, inmediatamente convertiría el alma en un horno ardiente, o en un horno de fuego y azufre.

7. No es seguridad para los impíos el que en ningún momento haya medios visibles de la muerte a la mano. No es seguridad para un hombre natural el que está ahora en salud ni el que no vea ninguna manera en la que pueda ahora partir inmediatamente de este mundo por algún accidente, ni el que no haya ningún peligro visible en ningún aspecto en sus circunstancias. La experiencia múltiple y continua del mundo en todas las edades muestra que no hay evidencia de que un hombre no está en el borde de la eternidad, y de que el próximo paso no sea en otro mundo. Lo invisible, el olvido de modos y medios por los que las personas salen súbita- mente del mundo son innumerables e inconcebibles. Los hombres inconversos caminan sobre el abismo del infierno en una cubierta podrida, y hay innumerables lugares tan débiles en esta cubierta que no pueden soportar su peso; lugares que además no se ven a simple vista. Las flechas de la muerte vuelan a mediodía sin ser vistas; la vista más aguda no las puede discernir. Dios tiene tantas maneras diferentes e inescrutables de tomar al impío fuera del mundo y enviarlos al infierno, que no hay nada que haga parecer que Dios tuviera necesidad de estar a expensas de un milagro, o salirse fuera del curso de su providencia, para destruir al impío en cualquier instante. Todos los medios por los que los impíos parten del mundo están de tal manera en las manos de Dios, y tan universal y absolutamente sujetos a su poder y determinación, que no depende sino de la pura voluntad de Dios el que los pecadores vayan en cualquier momento al infierno, el que los medios nunca sean usados o estén involucrados en el caso.

8. La prudencia y el cuidado de los hombres naturales para preservar sus propias vidas, o el cuidado de otros para preservarlos a ellos, no les brinda seguridad en ningún momento. De esto dan testimonio la providencia divina y la experiencia universal. Hay la clara evidencia de que la propia sabiduría de los hombres no es seguridad para ellos cuando están frente a la muerte; si fuera de otra manera veríamos alguna diferencia entre los hombres sabios y políticos y los demás con respecto a su propensión a una muerte temprana e inesperada; pero ¿cómo es esto en los hechos? "También morirá el sabio como el necio" (Ecl.2:16).

9. Todas las luchas y maquinaciones que los hombres impíos usan para escapar del infierno, mientras continúan rechazando a Cristo, permaneciendo así como impíos, no les libra del infierno en ningún momento. Casi todo hombre natural que oye del infierno se adula a sí mismo de que escapará; depende de sí mismo para su seguridad; se lisonjea a sí mismo en lo que ha hecho, en lo que está haciendo, o en lo que intenta hacer. Cada quien dispone cosas en su mente sobre cómo evitará la condenación, y se engaña a si mismo planeando su propio bien, y pensando que sus esquemas no fallarán. Ellos oyen sin embargo que son pocos los que se salvan, y que la mayor parte de los hombres que han muerto hasta ahora han ido al infierno; pero cada quien se imagina que planea mejores cosas para su escape que lo que otros han hecho. El no pretende ir a ese lugar de tormento; dice dentro de sí que intenta tomar cuidado eficaz, y ordenar las cosas de tal manera que no falle.

Pero los hijos insensatos de los hombres se engañan miserablemente a Sí mismos en sus propios esquemas, y en confianza de su propia fuerza y sabiduría; no confían en más que una mera sombra. La mayoría de esos que hasta ahora han vivido bajo los mismos medios de gracia y han muerto, han ido indudablemente al infierno; la razón no es que ellos no eran tan sabios como los que ahora están vivos; no fue porque no planearon cosas que les aseguraran su escape. Si pudiéramos hablar con ellos, y preguntarles, uno por uno, si ellos esperaban cuando vivos y cuando oían hablar acerca del infierno que serían objetos de esa miseria, indudablemente escucharíamos uno por uno contestar: "No, yo nunca pretendí venir aquí; había dispuesto las cosas de otra manera en mi mente; pensé haber planeado el bien para mí; ideé un buen patrón. Intenté tomar un cuidado eficaz; pero vino sobre mí inesperadamente. No lo esperaba en ese momento y de esa manera; vino como un ladrón. La muerte me burló. La ira de Dios fue demasiado rápida para mí. 0h mi maldita insensatez! Me estaba engañando y agradando con sueños vanos acerca de lo que yo haría en el más allá; y cuando me encontraba diciendo, 'paz y seguridad, ‘vino sobre mi destrucción repentina."

10. Dios en ningún momento se ha puesto bajo ninguna obligación por alguna promesa que haya dado, de mantener al hombre natural fuera del infierno. Ciertamente Dios no ha dado promesas acerca de la vida eterna o de alguna liberación o preservación de la muerte eterna, sino aquellas que están contenidas en el pacto de gracia, las promesas son sí y amén. Pero seguramente aquellos que no son hijos del pacto, que no creen en ninguna de las promesas, no tienen interés en las promesas del pacto de gracia, y no tienen interés en el Mediador del pacto. De manera que, aunque alguno haya tenido imaginaciones y pretensiones acerca de promesas hechas a hombres naturales que buscan con sinceridad, es claro y manifiesto que no importa los dolores que un hombre natural sufra en la religión, ni las oraciones que haga, hasta que no crea en Cristo, Dios no está de ninguna manera bajo la obligación de librarlo en ningún momento de la destrucción eterna. De manera que así es que los hombres naturales son tornados en la mano de Dios sobre el abismo del infierno; se han merecido el fiero abismo, y ya están sentenciados a él; Dios ha sido terriblemente provocado, su ira es tan grande hacia ellos como la de esos que están actualmente sufriendo las ejecuciones de la furia de su ira en el infierno, y no han hecho nada en lo más mínimo para apaciguar o disminuir ese enojo, ni está Dios atado en lo más mínimo a ninguna promesa de levantarlos en ningún momento.

El diablo está esperando por ellos, el infierno está abierto de par en par para ellos, las llamas se reúnen y centellean a su alrededor, los atraparán y tragarán; el fuego contenido en sus corazones está luchando para estallar; y ellos no tienen ningún interés en ningún mediador; no hay medios al alcance que les puedan servir de seguridad. En resumen, no tienen refugio, nada de que aferrarse; todo lo que los preserva en todo instante es la pura voluntad y la paciencia no pactual ni obligada de un Dios encolerizado.

APLICACIÓN

Este terrible tema puede ser útil para hacer despertar algunas personas inconversas en esta congregación. Esto que has oído es el caso de cada uno de ustedes que se encuentra fuera de Cristo. Ese mundo de miseria, ese lago de azufre ardiente se extiende debajo de ti. Allí está el espantoso abismo de las llamas ardientes de la ira de Dios; allí está la ancha boca del infierno abierta de par en par; y no tienes nada sobre que permanecer en pie, ni nada de dónde agarrarte; no hay nada entre ti y el infierno sino sólo el aire; es tan sólo el poder y el puro placer de Dios el que te soporta.

Posiblemente no eres sensible a esto; te ves fuera del infierno, pero no ves la mano de Dios en ello; pero contempla otras cosas, como el buen estado de tú con- situación corporal, el cuidado de tu propia vida, y los medios que usas para tu preservación. Pero verdaderamente estas cosas son nada; si Dios retirara su mano, ellas no te beneficiarían más en cuanto a evitar tú caída, que lo que hace el delgado aire al sujetar una persona que se suspende en él.

Tu impiedad te hace como si fueras tan pesado como el plomo, y te dirigirá hacia abajo con gran peso y presión directo al infierno; y si Dios te dejara caer, inmediatamente te sumergirías y rápidamente descenderías dentro del golfo sin fondo; y tu constitución saludable, y tu propio cuidado y prudencia, y tu mejor plan, y toda tu justicia, no tendrían más influencia para sujetarte y librarte del infierno, que lo que una tela de araña puede hacer para frenar una roca al caer.

De no ser por el soberano placer de Dios, la tierra no te sostendría un instante porque eres una carga para ella. La creación gime contigo; la criatura está hecha sujeta a la esclavitud de tu corrupción, no para ayudarte voluntariamente a servir al pecado y a Satanás; la tierra no produce su incremento voluntariamente para satisfacer tus pasiones; ni es voluntariamente un escenario sobre el que tus impiedades actúen; el aire no te sirve voluntariamente para mantener la llama de vida de tus órganos vitales, mientras pasas tu vida al servicio de los enemigos de Dios. Las criaturas de Dios son buenas, y fueron hechas para que el hombre sirviera a Dios con ellas, y para que no sirvieran voluntariamente a ningún otro propósito, y para que gimieran cuando eran usadas para propósitos tan directamente contrarios a su naturaleza y fin. El mundo te vomitaría de no ser por la mano soberana de Aquel que lo tiene sujetado en esperanza. Las negras nubes de la ira de Dios están ahora flotando directamente sobre sus cabezas, llenas de terribles tormentas y truenos; y de no ser por la mano restringente de Dios hubieran reventado inmediatamente sobre ti. El placer soberano de Dios, por el presente, detiene su viento agitado; de otro modo vendría con furia, y tu destrucción llegaría como torbellino. Serias como la paja menuda del suelo de trillo del verano.

La ira de Dios es como grandes aguas que están destinadas para el presente; aumentan más y más, y crecen más y más, hasta que la salida sea dada. Y mientras se detenga la corriente, más rápido y poderoso será su curso cuando sean desatadas. Es verdad que el juicio contra tus obras perversas no ha sido ejecutado todavía; los diluvios de la venganza de Dios han sido retenidos; pero tu culpa entretanto está constantemente aumentando, y está cada día atesorando más ira; las aguas están aumentando constantemente, y creciendo más y más poderosas; y no hay nada fuera del puro placer de Dios que refrene las aguas, las cuales no quieren ser detenidas, y presionan duramente para ir hacia adelante. Si Dios tan sólo retirara su mano de la compuerta, se abriría inmediatamente, y los fieros diluvios del furor e ira de Dios empujarían con furia inconcebible, y vendría sobre ti con poder omnipotente; y si tu fuera diez mil veces mayor que lo que es, sí, diez mil veces mayor que la fuerza del más corpulento y robusto diablo en el infierno, no sería nada para resistirla o soportarla.

El arco de la ira de Dios está encorvado, la flecha lista en la cuerda, y la justicia dirige la flecha a tu corazón, y estira el arco, y no es otra cosa que el mero placer de Dios, y el que un Dios airado que sin ninguna promesa y obligación del todo, retiene la flecha de embriagarse con tu sangre. Así todos los que de ustedes nunca han pasado por un gran cambio de corazón, por el gran poder del Espíritu de Dios sobre sus almas; todos los que de ustedes nunca han nacido de nuevo, ni han sido hechos nuevas criaturas, ni han sido levantados de la muerte en el pecado a un nuevo estado, ni han experimentado la luz y la vida, están en las manos de un Dios airado. Aunque hayan reformado sus vidas en muchas cosas, y hayan tenido afecciones religiosas, y hayan podido mantener cierta forma de religión con sus familiares y cercanos, y aún en la casa de Dios, no es otra cosa que Su mero placer que los preserva de ser consumidos en la destrucción eterna. No importa cuán poco convencidos estén ahora de la verdad que oyen, a su tiempo estarán plenamente convencidos de ella. Aquellos que han partido estando en las mismas circunstancias en que están ustedes, ven que así fue con ellos; porque la destrucción vino bruscamente sobre la mayoría de ellos; cuando no la esperaban, y mientras esta- van diciendo, 'paz y seguridad. ‘Ahora ven, que esas cosas en las que dependían para la paz y la seguridad, no eran más que un aire delgado y una sombra vacía. El Dios que te sostiene sobre el abismo del infierno, más que uno que sostenga una araña, o cualquier insecto asqueroso sobre el fuego, te aborrece, y ha sido terriblemente provocado. Su ira hacia ti se enciende como fuego; te ve como digno, pero no para otra cosa que para ser echado en el fuego; es tan puro de ojos que no puede mantenerte a su vista; eres diez mil veces más abominable a sus ojos que lo que la serpiente venenosa más odiada es a los nuestros. Le has ofendido infinitamente más que lo que un rebelde obstinado ofende a su príncipe; y sin embargo, no es otra cosa que su mano la que te sostiene de caer en el fuego en cualquier momento. No debe ser atribuido a nadie más el que no hayas ido al infierno la última noche; el que hayas sufrido otra vez el despertar en este mundo, después de haber cerrado los ojos para dormir. Y no hay otra razón que dar de por qué no has caído en el infierno desde que te levantaste en la mañana, que el hecho de que la mano de Dios te ha sostenido. No hay otra razón que dar de por qué no has ido al infierno, desde que te sentaste aquí en la casa de Dios, provocando sus ojos puros por tu modo pecaminoso e impío de atender a su solemne adoración. Sí, no hay otra cosa que dar como razón de por qué no caes en el infierno en este preciso momento. Oh, pecador, considera el terrible peligro en que estás. Es sobre un horno de ira, un abismo amplio y sin fondo, lleno del fuego de la ira, en el que estás soportado por la mano de Dios, cuya ira ha sido provocada e inflamada tanto contra ti, como contra muchos de los ya condenados en el infierno. Cuelgas de un hilo delgado, con las llamas de la ira divina destellando alrededor, y listas en todo momento para chamuscarlo y quemarlo en dos; y no tienes interés ni por un instante en ningún Mediador, ni en nada en qué aferrarte para salvarte a ti mismo, ni para librarte de las llamas de la ira. Ni siquiera hay algo en ti, nada de lo que hayas hecho ni puedas hacer, para inducir a Dios a per- donarte. Por eso te pido que consideres los siguientes puntos de modo más particular:

1. Mira de quien es la ira. Es la ira de un Dios infinito. Si fuera solamente la ira de un hombre, aunque fuera la del príncipe más poderoso, sería comparativamente pequeña para ser considerada. La ira de reyes es mucho más terrible, especialmente la de monarcas absolutos, que tienen las posesiones y las vidas de sus súbditos enteramente en su poder para disponer de ellas a su mera voluntad. "Como rugido de cachorro de león es el terror del rey; el que to enfurece peca contra sí mismo" (Prov.20:2). El súbdito que se encoleriza mucho contra un príncipe arbitrario, está expuesto a sufrir los tormentos más extremos que el arte humano puede inventar o que el poder humano puede infligir. Pero las más grandes potestades terrenales, en su mayor majestad y fuerza, cuando están vestidos de sus más grandes terrores, no son más que gusanos débiles y despreciables de la tierra en comparación al Gran y Todopoderoso Creador y Rey del cielo y a tierra. Es en realidad poco lo que ellos pueden hacer n el momento en que ellos están más encolerizada, y cuando han ejercido el extremo de su furia. Todos los reyes de la tierra son como langostas ante Dios; son nada y menos que nada; tanto su amor como su odio son tornados en poco. La ira del gran Rey de reyes es tanto más terrible que la de ellos, como lo es su majestad. "Más os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed" (Luc. 12:4,5).

2. Es a la furia de su ira a la que estás expuesto. A menudo leemos de la furia de Dios; como en Is.59:18. "Como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios." Así también Is.66:15. "Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su represión con llama de fuego." Y en muchos otros lugares. También Ap.19:15; allí leemos de "el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso." Las palabras son en extremo terribles. Si solamente se hubiera dicho, "la ira de Dios," los términos implicarían algo infinitamente terrible; pero es "el furor y la ira de Dios." iLa furia de Dios! ¡el furor de Jehová! ¡Oh, cuán terrible debe ser eso! ¿Quién puede pronunciar o concebir lo que estas expresiones implican en sí mismas? Pero además, "el furor y la ira del Dios Todopoderoso." Como si hubiera una gran manifestación de su poder omnipotente en lo que el furor de su ira realiza; como si la omnipotencia estuviera encolerizada y ejercida de tal manera que los hombres no pueden ejercer su fuerza en contra del furor de su ira. Oh! entonces, ¡cuál será la consecuencia! ¡Qué será de aquellos pobres gusanos que la sufrirán! ¿Quién tendrá manos fuertes para esto? ¿Qué corazón la podrá resistir? ¡A qué terrible, indecible, inconcebible profundidad de miseria está sumergida la pobre criatura que esté sujeta a esto! Considera esto, tú que estás aquí presente, y aún permaneces en un estado no regenerado. Que Dios ejecutará el furor de su enojo, implica, que El infligirá su ira sin piedad. Cuando Dios observe la extremidad inefable de tu caso, y vea tu tormento estar tan vastamente desproporcionado a tu fuerza, y vea cómo tu pobre alma es molida, y se hunde como si estuviera en tinieblas infinitas; no tendrá compasión de ti, no contenderá las ejecuciones de su ira, y ni siquiera aligerará su mano no habrá moderación ni misericordia, no apaciguará su viento agitado; no tendrá cuidado de tu bienestar, ni será en ningún sentido cuidadoso, a menos que sufras mucho más en cualquier otra manera, que lo que sufrirías con lo que la justicia estricta requiere. Nada será retenido por el hecho de que sea demasiado fuerte de sobrellevar. "Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré (Ez.8:18). Ahora Dios está presto a tener piedad de ti; este es un día de misericordia; puedes gritar ahora con el aliento de obtener misericordia. Pero cuando el día de misericordia pase, tus gritos y chillidos de lamento y dolor serán en vano; estarás enteramente perdido y alejado de Dios, como para que nadie se interese en tu bienestar. Dios no tendrá otra cosa que hacer contigo que ponerte a sufrir miseria; no continuarás en existencia para otro fin que no sea ese; porque serás un vaso de ira preparado para destrucción; y no habrá otro uso para este vaso, que ser llenado a plenitud de ira. Dios estará tan lejos de tener piedad de ti cuando grites, que se dice que solamente "reirá y se burlará" (Prov.1:25,26ss).

Cuán terribles son esas palabras, las cuales proceden del gran Dios, "los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas" (Is.63:3). Es quizás imposible concebir otras palabras que expresen con más claridad la idea de desprecio, odio, y furia de indignación. Si clamas a Dios para que tenga piedad de ti, El estará tan lejos de hacer tal cosa en tu doloroso caso, o de mostrarte ningún cuidado o favor, que, en lugar de ello, te hollará bajo sus pies. Y aunque sabrá que no podrás sobrellevar el peso de la omnipotencia sobre ti, no tendrá consideración, sino que te aplastará bajo sus pies sin misericordia; hará volar tu sangre al molerte, y salpicará sobre sus vestidos, de tal manera que manchará todas sus ropas. No sólo te odiará, sino que te tendrá bajo el desprecio más extremo; no habrá otro lugar más adecuado para ti que el estar bajo sus pies, ser pisoteado como el fango de las calles.

3. La miseria a la que estás expuesto es aquella que Dios infligirá con el fin de mostrarte lo que la ira de Jehová es. Dios ha tenido en su corazón el mostrar a los ángeles y a los hombres cuán excelente es su amor, y también cuan terrible es su ira. Algunas veces los reyes terrenales tienen en mente mostrar cuán terrible es su ira, por los castigos extremos que ejecutan en contra de aquellos que le provocan. Nabucodonosor, ese monarca poderoso y orgulloso del imperio caldeo, estuvo presto a mostrar su ira cuando se encolerizó contra Sadrac, Mesac y Abednego; y de esa manera dio orden de que el fiero horno ardiente fuera calentado siete veces más de como estaba. Sin duda, fue levantado al grado más extremo de furor que el arte humano podía levantar.

Pero el gran Dios está también presto a mostrar su ira, y magnificar su terrible majestad y omnipotencia, en los sufrimientos extremos de sus enemigos. "¿Y qué, si Dios, quiere demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?" (Rom.9:22). Y viendo que ésta es su diseño, aquello que Él ha determinado, mostrar cuán terrible es la ira, la furia y el furor de Jehová cuando no es refrenada, Él lo llevará a cabo. Sucederá ante un testigo algo que será espantoso. Cuando el gran Dios airado se haya levantado y ejecutado su terrible venganza sobre el pobre pecador, y cuando el miserable esté sufriendo el peso y el poder infinito de su indignación, entonces Dios llamará al universo completo para que contemple esa terrible majestad y omnipotencia que será vista en Elia. "Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas" (Is.33:12-14). Así será con aquellos de ustedes que están en un estado de no conversión, si continúan en él. El poder infinito, la majestad y lo terrible del Dios omnipotente será magnificado sobre ti, en la inefable fuerza de tus tormentos. Serás atormentado en la presencia de los san- tos ángeles, y en la del Cordero; y cuando te encuentres en ese estado de sufrimiento, los habitantes gloriosos del cielo irán y verán el terrible espectáculo, para que puedan ver lo que es la ira y el furor del Todopoderoso; y cuando lo hayan visto, caerán y adorarán es gran poder y majestad. "Y de mes en mes, y de día de reposo, en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre" (Is.66:23-24).

4. Es una ira eterna. Sería terrible sufrir este furor y esta ira del Dios Todopoderoso por un momento; pero debes sufrirla por toda la eternidad. No habrá fin para esta aguda y horrible miseria. Cuando mires hacia delante, verás un largo para siempre, una duración infinita ante ti, la cual tragará tus pensamientos, y sor- prenderá tu alma; y estarás absolutamente desesperado de no tener liberación, de no tener fin, de no mitigar, de no tener reposo del todo. Conocerás ciertamente que deberás consumirte luchando contra esta venganza todopoderosa y ausente de misericordia durante largas edades, millones de millones de edades. Y cuando así lo hayas hecho, cuando esas tantas edades hayan pasado sobre ti de esa manera, conocerás que eso es sólo un punto de lo que queda. De manera que tu castigo será verdaderamente infinito. ¡0h, quién puede expresar cuál es el estado del alma en tales circunstancias! Todo lo que podamos decir acerca de ello solamente da una representación muy débil; es inexpresable e inconcebible, porque "¿quién conoce el poder de la ira de Dios?"

¡Cuán terrible es el estado de esos que diariamente y a cada hora están en peligro de esta gran ira y miseria infinita! Pero ese es el lúgubre caso de cada alma en esta congregación que todavía no ha nacido de nuevo, no importa cuán moralistas, estrictos, sobrios y religiosos puedan ser. ¡Oh, si tan sólo consideraras esto, ya seas joven o viejo! Hay razón para pensar, que hay muchos ahora en esta congregación oyendo este discurso, que eventualmente serán sujetos de esta miseria por toda la eternidad. No sabemos quiénes son, ni en qué asientos están, ni qué pensamientos tienen ahora. Puede que ahora están cómodos, y oigan todas estas cosas sin mucha turbación, y están ahora engafándose a sí mismos de que ellos no son esas personas, prometiéndose también que escaparán. Si conociéramos de una persona, sólo de una en esta congregación, que fuera sujeto de esta miseria, ¡qué terrible sería pensar en ello! Si supiéramos quien es, ¡qué vista más terrible fuera el mirar a tal persona! ¡Cómo surgiría un grito de lamento amargo por él de parte del resto de la congregación! Pero ¡ay! en lugar de uno, ¡cuántos de ustedes recordarán este discurso en el infierno! Sería un milagro si algunos de los que están ahora presentes no se encontraran en el infierno dentro de poco tiempo, o antes de que este año termine. Y no sería un milagro si algunas personas, de las que ahora están aquí sentadas en algunos asientos de esta casa de reunión, en salud, quietos y seguros, se encuentren allí antes de mañana en la mañana. Aquellos de ustedes que continúen en un estado natural, que piensen que serán librados del infierno más tiempo, ¡estarán allí en poco tiempo! su condenación no se tarda; vendrá velozmente, y, con toda probabilidad, muy prontamente, sobre muchas de ustedes. Ustedes tienen razón al admirarse de que no están ya en el infierno. Es dudoso el caso de algunos que ustedes han visto y conocido, que nunca merecieron el infierno más que ustedes, y que una vez parecieron igualmente estar vivos como ustedes.

Su caso ha perdido toda esperanza; ahora están gritando en extrema miseria y perfecta desesperación; pero ustedes están aquí en la tierra de los vivientes, en la casa de Dios, y tienen una oportunidad de obtener salvación. ¡Qué no darían esas pobres, condenadas y desesperanzadas almas por un día de oportunidad como el que ahora disfrutas! Y ahora tienes una oportunidad extraordinaria, un día en el que Cristo tiene ampliamente abierta la puerta de la misericordia, permanece allí llamando, y gritando con alta voz a los pobres pecadores; un día en el que muchos están uniéndose a Él, y apresurándose a entrar en el reino de Dios. Muchos vienen diariamente del este, oeste, norte y sur; muchos que estuvieron últimamente en la misma condición miserable en que están ustedes, y que ahora están en un estado de alegría, con sus corazones llenos de amor por aquel que los amó y los lavó de sus pecados con su propia sangre, y se gozan en la esperanza de la gloria de Dios. ¡Cuán terrible será ser echado a un lado en aquel día! ¡Ver a tantos festejando, mientras te estás consumiendo y pereciendo!! Ver a tantos regocijándose y cantando con gozo del corazón, mientras tienes motivo para lamentarte con pena interior, y clamar a gritos con vejación del espíritu! ¿Cómo pueden descansar aun un momento en tal condición? ¿No son sus almas tan preciosas como las almas de la gente de Suffield (un pueblo de las inmediaciones) que están yendo a Cristo día tras día? No hay muchos de ustedes aquí que han vivido un largo tiempo en el mundo, y hasta este día no han nacido de nuevo? y son así extranjeros de la nación de Israel, y no han hecho otra cosa desde su existencia que atesorar ira en contra del día de la ira?

Oh, señores, su caso, en una manera especial, es peligroso en extremo. Su culpa y dureza de corazón es extremadamente grande. No ven ustedes cómo generalmente las personas de su edad son pasados por alto y dejados en el notable presente y maravillosa dispensación de la misericordia de Dios? Tienen necesidad de considerarse a ustedes mismos, y despertar por completo del sueño. No pueden Ilevar la carga del furor y la ira del Dios infinito. Y ustedes, hombres y mujeres jóvenes, negarán esta preciosa época que ahora disfrutan, cuando tantos otros de su edad están renunciando a todas las vanidades juveniles, y yendo a Cristo? Tienen ahora una oportunidad extraordinaria; pero si la rechazan, les pasará como a esas personas que gastaron todos los días preciosos de su juventud en el pecado, y ahora han pasado a un estado de ceguera y endurecimiento. Y ustedes, hijos, que están sin convertir, no saben que van al infierno, a sobrellevar la terrible ira de ese Dios, que ahora está enojado contigo cada día y noche? Estarán ustedes contentos de ser hijos del diablo, cuando tantos otros niños en la tierra están convertidos, y han venido a ser los hijos santos y alegres del Rey de reyes? Que cada uno que esté sin Cristo, y colgando sobre el abismo del infierno, ya sea anciano o anciana, de mediana edad, joven o niños, oigan ahora los fuertes llamados de la palabra y la providencia de Dios. Este año aceptable del Señor, un día de tanto favor para algunos, será sin lugar a dudas un día de notable venganza para otros. Los corazones de los hombres se endurecerían, y su culpa se incrementaría aprisa en un día como éste, si niegan salud a sus almas. Nunca hubo tanto peligro para estas personas de ser entregadas a la dureza de corazón y ceguera de mente. Dios ahora parece estar reuniendo apresuradamente a sus escogidos de todas partes de la tierra; y probablemente la mayor parte de los adultos que se salvarán, serán traídos dentro de poco tiempo, y será como el gran repartimiento del Espíritu sobre los judíos en los días de los apóstoles. Los elegidos obtendrán la salvación, y el resto será cegado. Si éste fuera tu caso, maldecirás este día eternamente, y maldecirás el día en que naciste al ver el tiempo de repartimiento del Espíritu, y desearás haber muerto he ido al infierno antes de haberlo contemplado. Ahora, indudablemente, como lo fue en los días de Juan el Bautista, el hacha está colocada de una manera extraordinaria a la raíz de los árboles, para que todo árbol que no dé buen fruto, sea cortado, y arrojado al fuego. Por tanto, que todo aquel que esté sin Cristo, despierte ahora y huya de la ira por venir. La ira del Dios Todopoderoso se cierne ahora sobre una gran parte de esta congregación. Que cada uno huya de Sodoma: "Dense prisa y escapen por sus vidas; no miren tras sí, escapen al monte, no sea que perezcan."

martes, 6 de septiembre de 2016

Mara o las aguas amargas endulzadas (Éx 15:23-25)


Por Charles Spurgeon

"Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó." Éxodo 15: 23, 24, 25. 

¡Qué cambio tan repentino del sonido del pandero a la voz de la murmuración! Hace tres días ustedes vieron a las doncellas que danzaban, y poco se imaginaron que ellas formarían parte de aquella turba clamorosa que rodea al siervo de Dios y clama: "¿Qué hemos de beber?" Tan veleidoso y voluble es el hombre, que así son los cambios de nuestros sentimientos internos por nuestras condiciones externas.

¿Qué cosa hay que nos pueda servir de apoyo en esta vida mortal? Hoy decimos: "Estoy afirmado como monte fuerte, no seré jamás conmovido"; mañana, no hay ninguna terra firma (tierra firme), y somos sacudidos por un mar embravecido.

Nuestra vida es como un día de Abril, pues el brillo del sol alterna con los aguaceros; o como cada uno de los días del año, en los que la mañana y la tarde son necesarias para completarlo. La oscuridad pisotea veloz los talones de la luz, perseguida otra vez con igual prisa por la luz. El gobierno del sol, en esta hora dorada, no es sino temporal; ese astro ha de abdicar a favor de las estrellas usurpadoras, pero ellas, a su vez, deben ceder otra vez su lugar ante la presencia señorial del sol.

Este mundo, que es nuestro mesón, corresponde al símbolo del "juego de damas": los blancos y los negros del tablero están por todos lados. Entre aquí y el cielo no podemos estar seguros de nada de las cosas que son vistas; pero de esto podemos estar seguros: que por debajo de todos los cambios externos hay un inmutable amor de Dios por Su pueblo, y que, después de todo, el cambio radica únicamente en las cosas que parecen ser y no en las cosas que verdaderamente son; pues las cosas que no se ven son eternas y no sufren cambios; no es sino en las cosas que se ven que ocurren los cambios. Demos menos importancia a la tierra porque su forma no permanece. Valoremos más el cielo, porque no puede disolverse.

I. El texto dirige la atención suya, antes que nada, a LOS MALES DEL DESIERTO. No necesitamos pasar mucho tiempo pensando en estos males, porque ellos se arrojan en nuestro camino con la suficiente frecuencia; y la propensión de nuestra mente es a exagerarlos indebidamente. 

Observen que los peligros y las pruebas del desierto ocurren en los propios inicios de la vida del peregrino. No tengo ninguna duda que los jóvenes cristianos, -cuando todavía tienen la cáscara del huevo sobre su cabeza y no han terminado de ser incubados- tienen la creencia que sus aflicciones terminaron ahora que han emplumado en la fe; sería mejor que reconocieran que, ahora que son contados entre los siervos del Altísimo, sus tribulaciones comenzarán con una fuerza diez veces mayor. Aunque no te suceda ninguna otra cosa, oh siervo de Dios, esto en verdad se cumplirá, "En el mundo tendréis aflicción." "¿Qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?"

Algunos privilegios no son comunes para todos los hijos adoptados, pero el privilegio de la disciplina es universal para todos los verdaderos hijos. Escapar de la vara es una señal de ilegitimidad, pero los azotes son una prenda segura del amor paternal.

Yo digo, sin embargo, que estas aflicciones llegan muy pronto. Israel apenas acababa de atravesar el Mar Rojo, y habían andado tres días por el desierto de Sur sin hallar agua; y al tercer día, cuando llegaron a una fuente, descubrieron algo peor que la falta de agua, pues el agua era tan salobre, tan completamente inadecuada para beberse, que aunque pensaban que beberían lo que fuese, no podían de ninguna manera beber esta agua. Cómo, en tres días, aquellas personas que entonaban cánticos al Señor porque había triunfado gloriosamente, ¿habrían de sentir náuseas por el agua que su sed les hacía anhelar con vehemencia? En tres días, ¿serían reducidos a tales apuros que tendrían que beber o morir, y, sin embargo, sentir que morirían si bebieran de esas corrientes nauseabundas? 

Ah, el alborozo por haber encontrado al Salvador fue algo inolvidable, y sin embargo, sólo un par de días después, tropezamos por una gran tentación, o nos sorprendimos por el descubrimiento del mal en nuestros corazones, o fuimos probados por la frialdad de nuestros compañeros cristianos, o por la crueldad del mundo de afuera, de tal forma que descubrimos que habíamos llegado a Mara. Y esta fue una prueba más severa, porque algunos de nosotros habíamos encontrado un grado de placer en los caminos del pecado, y ahora nos servía de tropiezo descubrir aflicción en los caminos de Dios. 

Cuando Israel estaba en Egipto, bebían agua del río Nilo. No era esa un agua ordinaria. Hasta este día, los habitantes de las riberas del Nilo aseguran que el agua tiene un sabor peculiar que no puede encontrarse en ningún otro río, y prefieren las aguas del Nilo a cualquier otra agua del mundo. 

¡Qué cambio de la dulzura del Nilo a la amargura de Mara! ¿Acaso no brotó la sugerencia en sus corazones: "nos iba mejor en la servidumbre de Egipto que ahora con la amargura de Mara"? El diablo nos tentó a algunos de nosotros desde el propio principio, diciendo: "miren lo que consiguieron por ser cristianos. Mientras eran como los demás, su corazón tenía júbilo; ahora que han salido y seguido al Crucificado, han perdido la vivacidad de sus espíritus, la brillantez de su ingenio, y todo lo que valía la pena en la vida les ha sido quitado. 

Joven cristiano, ¿es ese tu caso hoy? No vayas a vacilar, ni vayas a creerle al enemigo. Hombre, sería mejor morir en libertad en Mara, que vivir esclavizado junto al dulce Nilo. Incluso los hombres que no conocen al Espíritu de Dios, han sentido que sería mejor morir libres que vivir en la esclavitud, y en verdad, ser un esclavo de Satanás es algo tan degradante, que aunque esta boca fuera llenada para siempre con la amargura de Mara, sería mejor eso que ser embelesado por los placeres del pecado. Sin embargo, estas tempranas pruebas son muy severas, y requieren de mucha gracia para que no nos causen un gran daño.

En segundo lugar, estos males asumen diversas formas. Ustedes advirtieron que durante los primeros tres días en el desierto, no encontraron agua; esa es una prueba. Pero al siguiente día, o al fin del tercer día, encontraron agua. Ahora pensaban que su prueba había terminado: ¡ay!, pero solamente había cambiado su forma. Descubrieron agua, pero era demasiado amarga para poder beberse. 

No tengan prisa por cambiar sus pruebas, queridos amigos. Nos hemos enterado de algunos que se quejaban porque no tenían hijos, y, como Raquel, su clamor era: "Dame hijos, o si no, me muero." Antes de que pasara mucho tiempo han tenido hijos que demostraron ser algo peor que no tener hijos. Es mejor no tener ningún hijo que tener a un Absalón. Hemos conocido a unos que gozaban de buena salud, pero estaban descontentos porque no tenían riquezas; han conseguido finalmente las riquezas, pero por una constitución física menoscabada, no han podido disfrutarlas. 

Si pudiésemos escoger nuestras pruebas, haríamos bien en recordar la sabiduría del viejo filósofo, que le dijo a la gente que estaba oprimida por un tirano que se contentara con su tiranía, "pues," -dijo él- "sucede con los opresores lo que sucede con los mosquitos: deja que aquellos mosquitos que está sobre ti te chupen, pues si los ahuyentas, los que vengan de refuerzo en sustitución de aquellos estarán más hambrientos que los que están sobre ti ahora: es mejor que se contenten con la tiranía que tienen, que buscar una nueva." 

Sucede lo mismo con las pruebas que experimentamos ahora: se acostumbrarán gradualmente a ellas y gastarán su fuerza. El deseo de un cambio en las pruebas podría ser sólo un anhelo de una peor aflicción, pues, ¿qué era peor: no tener agua, o tener agua pero encontrarla tan amarga que era imbebible?

Cuando Dios cambie la prueba, estén muy satisfechos que les sea cambiada. Puedes anticipar, cristiano, que tu prueba será cambiada: en verdad, debes contar con que así sea. Quiero decir, que si hoy tu navegación es calmada, aunque ayer las olas se alzaban como montañas, sólo se trata de un cambio de pruebas; ahora eres probado por la prosperidad, que puede llegar a ser una prueba más severa para ti que la adversidad. 

¿Acaso ahora el viento sopla suavemente proveniente del sur? No es sino otra prueba para ti, puedes estar seguro de ello, pues aquellos que se han enfrentado al ventarrón del norte y se han vuelto más resistentes y fuertes por su influencia, a menudo han desfallecido y se han cansado bajo aires más suaves. Pero tú, sé sobrio en todo, pues tus pruebas están contigo constantemente; el crisol es cambiado, pero el fuego arde todavía. 

Noten también que así como las pruebas del desierto llegaron pronto y asumieron diversas formas, así también las pruebas del cristiano tocan asuntos vitales con frecuencia. No encontraban agua, o habiéndola encontrado, era amarga. No se dice que no encontraron vino: hubiera sido una pequeña prueba, en verdad; no se dice que no encontraron leche, aunque los infantes podrían haber estado agudamente turbados por esa falta de leche; sino que no hallaron agua potable. 

Aquí había una negación de algo esencial de la vida. Tenían que conseguir agua, y no era ningún lujo sino una necesidad; con la arena caliente y ardiendo bajo los pies, que refleja el fiero calor de un cruel sol, carecer de agua en el desierto es sentir una urgente necesidad que produce un dolor terrible. 

Dios puede tocarnos, y probablemente lo haya hecho o lo hará, en puntos sumamente vitales. Ser probados con la pérdida de algunas de sus superfluidades, hermanos míos, es poca cosa; pero perder incluso lo poco que tenían como sustento, ser llevados a experimentar escasez de pan, esa es una tribulación real. Que la mano se extienda para tocar tu hueso y tu carne, esa es una verdadera aflicción. 

Créanme, nuestras virtudes y gracias se ven muy bien, y las tenemos en gran consideración hasta que sufren esa ordalía, pero esa prueba con frecuencia les quita su brillo y su belleza; descubrimos cuán grande es nuestra debilidad, cuando la propia médula de nuestros huesos parece ser una guarida en la que los dolores, como ladrones, se ocultan. 

No solamente es un hijo el que nos fue arrebatado entre muchos, sino el único hijo; no se trata de un amigo, o de un pariente distante, sino que es abatido lo íntimamente amado por tu corazón. Que no te sorprenda que tu prueba te afecte grandemente y penetre hasta tu alma y tu corazón. 

Una de las resoluciones de Dios es que las pruebas de Sus siervos no sean simulacros de pruebas ni que la gracia otorgada sea imaginaria, sino que sean reales. Dios no juega nunca a disciplinar a Sus hijos. Ninguna prueba, cuando se experimenta, parece algo gozoso, sino algo terrible. Por los moretones de la herida, el corazón se vuelve mejor; si no recibiera heridas, no sería beneficiado. El beneficio resultante será proporcional a la amargura sentida. 

Los israelitas no encontraban agua. ¡Oh, Dios mío, a qué estrecheces reduces a Tu pueblo; a Tu propio pueblo que lleva consigo los títulos de propiedad de una tierra que destila leche y miel! El Jordán y el arroyo de Cisón son suyos, y, sin embargo, sólo tienen a Mara para beber mientras se encuentran aquí; Tu propio pueblo, que has decidido que habite en una tierra de arroyos y de ríos de agua, donde se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera; estos, Tus muy amados, a quienes sacaste con mano alzada y con brazo fuerte han sido conducidos al extremo de la pobreza, y lo poco que tienen, con frecuencia contiene un sabor amargo infiltrado en su interior. 

Observen además, que hay una razón por la que las misericordias terrenales que satisfacen nuestras necesidades han de ser más o menos amargas. Cuando Israel recibió agua proveniente de la roca, esa agua no era amarga; pero esta brotaba de la arena. En el desierto, hasta este día, el agua puede ser encontrada en diferentes lugares, pero cuando trazuma a través de un lecho arenoso es casi sin excepción tan salobre y amarga, por razón de la arena, que no es adecuada para el consumo humano; e incluso los camellos, a menos que estén agudamente sedientos, se alejan de ella con gran aversión. La arena la ha corrompido y el sabor de la tierra ha impregnado esa bendición. 

Lo mismo ocurre con la mayoría de nuestras bendiciones: en razón de nuestro pecado y debilidad, demasiado del sabor de la tierra se pega al don del cielo. Nuestras misericordias comunes, cuando las recibimos directamente del cielo tal como Dios las otorga, son en verdad misericordias: frescas y rápidas corrientes que manan de la roca de Su favor; pero estamos tan propensos a atribuirlas a la criatura, y estamos tan listos a considerarlas como provenientes de la tierra en vez de venidas del cielo, que justo en esa medida podemos esperar encontrar amargura en ellas. 

¿Qué podrían esperar de un desierto, sino productos congruentes con él? ¡Canaán!, ¿quién buscaría amargura allí? ¿Acaso no es la tierra que destila leche y miel? Dulce tierra, ¿cuándo llegaremos a ti? Tu dulzura es muy congruente contigo misma. Pero aquí, en este desierto, donde no tenemos una ciudad permanente, ¿quién buscaría los arroyos del Líbano? ¿Quién esperaría encontrar los frutos de Canaán en el desierto de Sin? Esperar encontrar, en medio de estas escenas cambiantes, consuelos que serán la plenitud del consuelo y gozos que serán la plenitud del gozo, sería como querer obtener del mar salado los dulces frutos de la palmera o los deliciosos racimos de la vid. No, serán consuelos, pero con frecuencia serán amargos; serán un tanto gozosos, pero el sabor de la tierra que contienen nos hará recordar que este no es nuestro reposo.

Sé que no debo detenerlos más tiempo con estos males del desierto. No siento que sea malo hablar de ellos, pues no se mencionan en absoluto con miras a desalentar a aquellos que han partido en peregrinación; no somos de aquellos que alzan sus manos y dicen: "los leones, los gigantes, los dragones; joven peregrino, no llegarás nunca a la tierra de la promesa"; sin embargo, queremos imitar al Salvador, que le dijo al seguidor que pensaba que le podía seguir a dondequiera que fuese: "Siéntate y calcula los gastos." Hay pruebas para ustedes, para ustedes que son seguidores de Cristo, aunque no hubiera ninguna para los demás: pruebas peculiares para ustedes, y gozos peculiares que las sobrepasan diez mil veces, pero sin embargo, aflicciones peculiares, nuevas aflicciones de una nueva vida de las cuales será algo bendito haber sido participante; pero allí están, y no queremos engañarlos. 

Para ustedes habrá Maras que otras personas tal vez no conozcan, y para ustedes habrá sed prolongada allí donde otros beberán hasta saciarse; sin embargo, llevaremos a Cristo y Su oprobio, a Cristo y Su Mara, en vez del mundo con su dulzura, pues a pesar de cada tropiezo que sea atribuible a Cristo Jesús, Él es mejor que el mundo con todas las añadiduras que pudieran ser inventadas por los hijos del placer.

II. Todo esto sobre el primer punto: los males del desierto. Ahora, en segundo lugar, LA INCLINACIÓN DE LA NATURALEZA HUMANA. El pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: "¿Qué hemos de beber?" No digas: "la naturaleza humana", dirá alguien; di más bien: "la inclinación de la naturaleza judía." Ah, pero por sobre todo, yo preferiría al pueblo en el desierto a cualquier otro: pueden estar seguros que no eran peores que nosotros. Son un ejemplo para nosotros de lo que es nuestro corazón; y cualquier cosa que veamos en ellos, sólo tenemos que mirar un poco, y lo veremos en nosotros mismos. No era tanto la naturaleza judía la que Dios probó en el desierto, como la naturaleza humana en su mejor estado. 

Es un hecho que la inclinación de la naturaleza humana es a murmurar. Ellos murmuraban, se quejaban, criticaban. Se trata de algo muy fácil, pues la propia palabra "murmurar", es sumamente simple, compuesta de dos sonidos infantiles: mur mur. No contiene ningún sentido, ninguna agudeza, ningún pensamiento: es más bien el grito de una bestia que el de un hombre -mur mur (ar)- solamente un doble gemido. Fácil es para nosotros dar coces contra las dispensaciones de Dios, dar expresión a nuestras aflicciones, y lo que es peor, a la inferencia que extraemos de todo ello, que Dios se ha olvidado de otorgar la gracia. Murmurar es nuestra tendencia; pero, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, ¿pretendemos acaso que las inclinaciones de la vieja naturaleza nos gobiernen? ¿Murmuraremos? Oh, que tuviésemos gracia para más bien decir con Job: "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré." ¿Se ha de lamentar el hombre viviente? ¿Acaso no hemos recibido tanto bien de las manos del Señor que muy bien podemos recibir mal sin rebelión? ¿Acaso no frustraríamos a Satanás, y someteríamos la inclinación de la carne, si dijéramos en el poder del Espíritu de Dios: "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito." 

Yo sé que somos propensos a decir: "bien, así es la naturaleza humana", y habiendo dicho que es la naturaleza humana, suponemos que hemos dado una muy excelente excusa para hacerlo. Pero, ¿pero ha de gobernar la naturaleza humana a la naturaleza divina? Tú, creyente, profesas ser partícipe de la naturaleza divina. Debes permitir que la fuerza superior gobierne, debes dejar que lo que viene de arriba sea supremo, y debes poner la naturaleza inferior abajo; evitemos las murmuraciones y las quejas, y engrandezcamos y adoremos al Dios que abate nuestros consuelos. 

Observen -y esto es digno de notarse- que la murmuración no era ostensiblemente en contra de Dios. Ellos murmuraron contra Moisés. ¿Y han observado alguna vez cómo la mayoría de nosotros, cuando estamos en una vena de murmuración, no somos lo suficientemente honestos para murmurar claramente contra Dios?

No: el niño está muerto, y nos formamos algunas conjeturas que hubo algún tratamiento errado por parte de la enfermera, o del cirujano, o de nosotros mismos; nos aferramos a aquello para lo cual no habría ni una sombra de prueba, y la murmuración se enfoca a ese punto. 

O hemos perdido dinero, y hemos sido abatidos desde la opulencia hasta casi la pobreza; entonces decimos que alguna persona fue deshonesta, que un cierto individuo nos traicionó en una transacción cuando dejó de cumplir su parte; toda la murmuración es agolpada sobre esa persona. 

Nosotros negamos, tal vez indignadamente, que murmuremos contra Dios; y para demostrarlo, redoblamos el celo con el que murmuramos contra Moisés. Quejarse de la causa segunda es aproximadamente tan razonable como la conducta del perro, que muerde el palo con el que es golpeado. No le debe ningún enojo al garrote, sino a la persona que lo usa. 

"¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?" Cualquiera que sea el instrumento, el Señor gobierna. En lo más íntimo de nuestro corazón, nuestra rebelión es contra el Señor mismo. No tenemos la suficiente honestidad para hablar mal de Dios abiertamente y sin disimulo, y así, hipócritamente, cubrimos nuestro descontento contra Él, murmurando contra alguna persona, ocasión o evento. "Si no hubiera salido en una ocasión como esa, no habría pescado ese resfrío y no habría tenido que guardar cama." Así culpamos a una circunstancia accidental como si no fuese parte del ordenamiento divino. 

Este quejarse de la causa segunda, ¿es mejor que hablar mal de Dios? Pienso que no, pues, de hecho, es hablar mal de Dios, y es, en adición, una injusticia para con la causa segunda, convertida de esta manera en el blanco. 

Cuando Faraón ordenó a los israelitas que hicieran ladrillos, y no les proveyó de paja, hizo una injusticia; pero cuando los israelitas se reunieron alrededor de Moisés y le dijeron virtualmente que les debía abastecer de agua, era casi lo mismo. ¿De dónde obtendría este hombre agua para darles de beber? ¿Cómo podía endulzar las aguas de Mara? Ellos sabían muy bien que no le era posible abrir un pozo para ellos en el desierto; ellos se quejaron, digo yo, en sus corazones, realmente contra Dios, pero añadieron a esto la hipocresía y la injusticia de velar su murmuración en contra del Altísimo por medio de una queja injusta y clamorosa contra Su siervo Moisés. 

Detén tu lengua, hermano mío; cesa de cavilar contra esto y aquello, contra esta persona o esa; pues ten la seguridad que estás actuando injustamente para con tus semejantes y haciendo mal para con tu Dios. 

Además, mientras hablamos de esta inclinación de la naturaleza humana, quiero que observen cómo revelaron una completa incredulidad en Dios. Le preguntaron a Moisés: "¿qué hemos de beber?" Querían decir con eso: "¿Por qué medios puede Dios suplir nuestra falta de agua?" ¡Qué pregunta! Cuando estaban en el Mar Rojo, Dios partió en dos el golfo interpuesto, y a través de sus profundidades ellos marcharon a pie enjuto; allí está el agua de Mara: ¿será más difícil para Dios purificarla que dividirla? Endulzar una fuente, ¿es eso más difícil que limpiar el mar? ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Un gran milagro acababa de ser obrado; si lo hubiesen considerado, y hubiesen ejercitado incluso el más mínimo grado de fe, deberían haber visto que quien pudo obrar tal milagro como el que habían visto, podría obrar otro más; y podrían haber estado felizmente al borde de Mara, y haber cantado: "El que arrojó al Faraón y a sus capitanes escogidos dentro del Mar Rojo, y libró a Su pueblo, puede dar de beber a Sus escogidos; por tanto, nosotros cantamos: brota, oh pozo, y que tus aguas sean dulces y limpias." 

Oh, si hubieran tenido fe en Dios siquiera como un grano de mostaza, habrían visto grandes cosas y glorificado Su nombre. ¿Los culpan por eso? Háganlo; cúlpenlos mucho, pero inclúyanse ustedes mismos en la censura. ¿Cuán a menudo no hemos hecho lo mismo? Hemos dicho: "nunca más voy a desconfiar de mi Dios después de esta memorable liberación, pues esta singular manifestación de Su poder ha eliminado mi incredulidad"; sin embargo, una prueba se presenta, y nuestra fe, ¿dónde está? Si el Hijo del Hombre mismo hubiese estado en la tierra con esa penetrante mirada para discernir la fe que Él mismo crea, ¿podría hallar fe en nosotros en la hora de tribulación? 

Han de sentirse humillados al verse ustedes mismos en el espejo. Contemplen su inestabilidad, que es como el agua. Cuán semejantes a cañas sacudidas por el viento somos nosotros; o semejantes a meteoros, que atraviesan como un relámpago la frente de la noche, para dejar la oscuridad más densa que antes. Cuán pronto se desvanece la gloria de nuestra confianza, y se marchita la excelencia de nuestra fe. Guarda nuestros pies en la vida, grandioso Dios, o pronto pereceríamos en tinieblas. 

III. Ahora, en tercer lugar, -y que la ayuda divina, la ayuda del Espíritu Santo me sea concedida- voy a hablar sobre EL REMEDIO DE LA GRACIA. Les he mostrado los males del desierto y la inclinación de la naturaleza: es deleitable contemplar el remedio de la gracia. 

Primero, si quieren que la amargura de Mara sea remediada, lleven el caso en oración a Dios. Dios comienza haciendo que comencemos. El pueblo se quejó a Moisés; Moisés llevó la queja a su Señor. 

En todas las pruebas, el camino más seguro para un remedio es la oración. En la farmacia celestial, la oración es el catholicon (la panacea universal); pone remedio a todas las cosas. La oración, que conquista al cielo, nunca será superada en la tierra. Ni los hombres ni los demonios pueden hacer frente a la oración: los hiere cadera y muslo como otro Sansón. El arco de la oración no regresa vacío; es más veloz que un águila, es más fuerte que un león. 

Lleva tu caso ante Dios, oh heredero de la tribulación; extiende la carta del Rabsaces delante del Altísimo, y el Señor acallará sus denuestos. La mitad del trabajo se completa cuando es llevado delante de Dios con súplicas.

Noten, además, que tan pronto como tenemos una oración Dios tiene un remedio. El remedio está muy cerca, a la mano, pero nosotros no lo percibimos hasta que nos es mostrado. "Y Jehová le mostró un árbol." El árbol había estado creciendo durante años con el propósito de ser usado. Dios tiene un remedio para todas nuestras pruebas antes de que nos sucedan. Una deleitable ocupación es advertir cómo Dios se anticipa; cuánto tiempo antes de que lleguemos al campamento, si hubiese allí un pozo amargo, allí está también el árbol sanador. 

Todo está listo entre esta tierra y el cielo. Aquel que ha ido a preparar un lugar para nosotros con Su presencia, ha preparado para nosotros el camino a ese lugar por Su providencia. Pero, hermanos, aunque para cada prueba en esta vida mortal haya un remedio, no siempre lo discernimos ustedes y yo. "Y Jehová le mostró un árbol." Estoy persuadido que para cada cerradura del Castillo de la Duda hay una llave, pero las promesas están con frecuencia en gran confusión para nuestras mentes, de tal forma que nos quedamos perplejos. 

Si un herrero les trajera su gran manojo de ganzúas, ustedes tendrían que probarlas, una y otra vez, y otra vez, y otra vez; y tendrían que probar la mitad de ellas, tal vez hasta dos tercios, antes de que encontraran la ganzúa correcta; ay, y tal vez la ganzúa correcta podría ser la última. Es siempre una bendición recordar que para cada aflicción, hay una promesa en la palabra de Dios; una promesa que se adecua al caso porque fue hecha a propósito para ese caso. 

Pero no siempre vas a ser capaz de encontrarla; no, podrías ir buscando a tientas en las Escrituras durante mucho tiempo antes de que recibas la palabra necesaria; pero cuando el Señor te la muestra, cuando viene al alma con poder, cuando el corazón puede asirse a ella, y clamar: "ay, esa es la palabra, mi Señor; en verdad y con certeza, esa es la verdad preciosa que puede endulzar mis tristes malestares", ¡oh, qué bienaventuranza es esa! Toda gloria sea dada al Espíritu Santo, Quien hasta este día ha tenido presteza para mostrar a Sus siervos que oran, el árbol endulzante cuando llegan a las corrientes amargas. 

Ahora ese remedio para endulzar el agua de Mara era uno sumamente extraño. ¿Por qué un árbol habría de endulzar las aguas? Yo no creo que hubiera alguna eficacia natural en el árbol, aunque eso no sería completamente imposible, puesto que hay árboles, según nos informan los viajeros, que han sido utilizados para endulzar las aguas. 

Hay en Sudáfrica un cierto río, del cual no se puede beber hasta que las ramas de cierto árbol son sumergidas en él, y entonces la amargura que se encuentra en la corriente es depositada en el fondo, y el agua se vuelve potable. La cosa no es innatural ni tampoco completa y necesariamente sobrenatural, aunque yo pienso que en este caso fue sobrenatural, pues no se encuentran ahora árboles en el desierto de Shur que tengan el efecto de endulzar aguas salobres. Este, sin duda, fue un incidente milagroso, y también tenía el propósito de enseñarnos algo. 

El fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal fue comido por nuestros primeros padres y amargó todo; hay un árbol de vida cuyas hojas son para la sanidad de las naciones. Bienaventurado aquel que come de este árbol de vida; le quitará la amargura que el primer fruto prohibido introdujo al mundo. 

Un árbol es algo vivo: ¿acaso no podemos aprender que hay principios vivos en la religión verdadera que endulzarán nuestras adversidades? Las simples doctrinas no pueden hacerlo, pero los principios vivos sí lo harán; estos principios lanzados sobre nuestras pruebas mitigarán nuestra aflicción. 

Pero, mejor que todo lo demás, es esto: ¿acaso este árbol cortado no podría ser un emblema del Salvador? En verdad Él fue un glorioso árbol, con ramas extendidas y cuya copa tocaba el cielo; pero Él tiene que sufrir el hacha por causa nuestra; y ahora, hoy, contemplando Su sacrificio expiatorio, y descansando en él por fe, las pruebas de la vida y las tribulaciones de la muerte son endulzadas por Su amada cruz, que, aunque sea en sí misma un árbol amargo, es el antídoto para toda la amargura que nos sobreviene aquí y en el más allá. 

Ese remedio fue sumamente efectivo. Cuando cortaron el árbol, y lo metieron al agua, endulzó al agua: ya podían beberla; y permítanme asegurarles que, en el caso de nuestras pruebas, la cruz es un endulzante sumamente efectivo. ¿Meto el árbol al agua durante un minuto, para pedirles luego que beban? ¿Han estado sufriendo de dolor o de cualquier otra forma de tribulación? Voy a remojar la cruz allí durante un minuto, y su primera reflexión será: "en todo esto que soy llamado a sufrir no hay ni siquiera una sola partícula de castigo por mi pecado; Dios ha castigado a Cristo, y, consecuentemente, no puede castigarme: castigar a dos por una ofensa sería injusto, y por eso no hay nada penal en todo lo que estoy sufriendo."

No conozco ninguna otra reflexión que sea más consoladora que esta: que mi aflicción no es cargada sobre mí por un juez, ni es infligida sobre mí como resultado de la ira divina. No hay ni una sola gota de ira en el contenido del río de la aflicción de un creyente. ¿Acaso no le quita eso la amargura a la aflicción y la endulza? 

Y luego, la reflexión va más allá. Puesto que Cristo murió por mí, yo soy el hijo amado por Dios; y ahora, si sufro, todo el sufrimiento proviene de la mano de mi Padre; no, es más, del corazón de mi Padre. Él me ama, y, por tanto, me hace sufrir; no porque no ame, sino porque efectivamente Él ama, me aflige de esa manera. En cada azote veo otra muestra de amor paternal. Esto es en verdad para endulzar las aguas de Mara. 

Luego viene la siguiente reflexión: que el amor de un Padre está unido a una infinita sabiduría, y que, por tanto, cada ingrediente de la amarga copa es medido gota a gota, y grano a grano, y nunca hay un solo dolor en exceso que deba ser sufrido por un heredero del cielo. La cruz no es pesada únicamente por libra sino por onzas, ay, hasta la mínima partícula concebible. Ustedes no recibirán ni media gota más de aflicción de la que sea absolutamente necesaria para su bien y para la gloria de Dios. ¿Y acaso el hecho que la cruz sea colocada sobre nosotros por la infinita sabiduría y por la mano de un Padre, no la vuelve dulce?

En verdad, en medio de todo nuestro dolor y sufrimiento, es arrobadora la reflexión de que Jesús sufre con nosotros. En toda tu aflicción, oh miembro del cuerpo, la Cabeza es todavía copartícipe. Profundas son las simpatías del Redentor, y agudas, ciertas, prontas e infalibles; Él nunca olvida a Sus santos. 

Durante todo el tiempo que el Señor coloca Su mano que disciplina sobre Sus siervos, ellos pueden ser alegrados por esta reflexión: que en todo eso Él los está conformando a semejanza de Cristo. ¿Qué sabrían de Getsemaní si no experimentaran un sudor provocado por el dolor? ¿Qué sabrían de la pasión si nunca tuvieran que clamar: "Tengo sed", o "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Ellos serían pobres escolares en la escuela de los sufrimientos de Cristo si ellos mismos no soportaran ningún sufrimiento; y es algo bendito, es algo dulce, beber de Su vaso y ser bautizado con Su bautismo. 

Además, cuando el hijo de Dios se encuentra en la relación correcta, le basta siempre que su condición sea el resultado de la voluntad de su Padre. ¿Es la voluntad de Dios? Entonces es mi voluntad. ¿Cómo podría atreverme a desear que fuera de otra manera que la que ordena el divino amor? Estoy seguro que a veces se volverá un tema de alegría para el cristiano que Mara sea amarga. Pues supongan que Mara hubiese sido dulce, entonces Moisés no hubiera orado a Dios, y entonces el árbol no habría sido cortado, y no hubieran conocido nunca el poder de Dios para endulzar las aguas amargas.

Ha de ser algo terrible vivir una vida sin aflicciones sobre la tierra. Ustedes piensan que habría de ser algo muy deleitable. No tengo duda que podría serlo desde ciertas perspectivas; pero una persona que no ha experimentado ninguna enfermedad, ¿cómo podría tener un corazón que se pudiera identificar con los demás? ¿Qué servicio podría prestar en alegrar al pueblo de Dios? Si nunca tuvieras tribulaciones, yo debería suponer que a menos que algo muy extraordinario ocurriera, te volverías duro e insensible; me temo que algunos se volverían brutales, groseros y empedernidos. ¿Quién desearía reclamar inmunidad -cuando otros tienen que sufrir- en relación a una bendición que acarrea ricos consuelos, y obra eternas bendiciones?

Amados, el hecho que Mara produce después los frutos confortables de justicia, es una cosa que la endulza. Nuestras pruebas no nos son enviadas solas y por sí mismas; hay una quantum suff. (Cantidad suficiente) de gracia enviada con ellas, por medio de la cual son convertidas en medios de santificarnos, y hacernos aptos para participar de la herencia de los santos en luz.

No voy a retenerlos más tiempo en este punto, pero debo advertirles que a la vez que les he mostrado que el remedio es muy eficaz, es algo más que eficaz: es trascendental. El agua era amarga, pero se volvió absolutamente dulce. La misma agua que era amarga se volvió dulce, y la gracia de Dios, al conducirnos a las contemplaciones que surgen de la cruz de Cristo, puede hacer que nuestras propias pruebas se vuelvan placenteras para nosotros. Es un triunfo de la gracia en el corazón cuando no sólo nos avenimos a la prueba, sino que nos regocijamos en ella. "También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia." 

Es algo grandioso cuando en verdad podemos decir que en cuanto a la vara del pacto, no escaparíamos de ella aun si pudiéramos hacerlo. En el juicio de la sabiduría se vuelve algo tan bueno ser probado, que aunque no buscaríamos la prueba, la aceptamos con algo más que presteza, y lo amargo se torna dulce para nosotros. 

Permítanme decir, y habré concluido con esta parte del tema, que el remedio que nos es sugerido mediante una espiritualización del texto, es eficaz para todas las pruebas, y se comprobará que es así especialmente para las aguas amargas de la muerte en el momento final. Con todo lo que pueda decirse acerca de la muerte, no es un tema agradable de contemplación, y necesita ser visto en conexión con los consuelos del pacto. 

Algunos hermanos se sostienen con la esperanza de escapar a la muerte por la segunda Venida. No estoy seguro que sean más sabios que David que no esperaba omitir el valle de sombra de muerte, sino que confiaba no temer mal alguno allí, porque la vara y el cayado le infundirían aliento. La muerte de Cristo le roba a la muerte sus terrores. La expectativa de la resurrección y la certeza de la inmortalidad nos conducen a decir: "Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte."

Hemos de recordar que si la cruz sirve para endulzar toda la amargura de nuestra vida mortal, e inclusive la última amargura de la muerte, está en verdad disponible esta mañana para endulzar la amargura de nuestra aflicción presente. ¿Bebiste de la copa de casia amarga esta mañana antes de venir aquí? ¿Te sientes desalentado en este momento, hermano mío, hermana mía? Acude de inmediato a tu Salvador, y míralo sufriendo en nombre tuyo, contempla la consumación de tu reconciliación con Dios, observa la seguridad de tu alma a través de la obra consumada de tu gloriosa Fianza, baja tus arpas de los sauces, limpia tus cenizas, pídele al Señor que te unja con el óleo de gozo en lugar de luto, e incluso junto a las aguas de Mara eleva tu cántico de nuevo, y que se siga escuchando el pandero. "Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido: la amargura de Mara ha convertido en dulzura, ha cortado el árbol poderoso que dio por nosotros, y que se entregó a Sí mismo al hacha por nosotros, y a la corriente amarga el árbol es arrojado, y ahora, a partir de este momento, oh Mara, eres dulce en verdad." 

¿Vinieron esta mañana como Noemí, cuando regresó a su ciudad y dijo: "No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso." Ah, cuando puso en su regazo y apretó en su amoroso pecho al niño de Rut y Booz, el gozo de su ancianidad, se alegró de pensar que los vecinos no le hubieran cambiado su nombre, y estaba lo suficientemente dispuesta a ser llamada todavía Noemí. No te llames a ti mismo Mara, sino recuerda el nuevo nombre que el Señor ha pronunciado sobre ti. No llames a la propia laguna amarga Mara; no te apresures a poner nombres de memoriales tristes, pues tus aflicciones tienen la suficiente propensión a hostigar tu memoria; no les ayude a aguijonearte. 

Ponle al pozo otro nombre; olvídate de Mara, y recuerda a Jehová Rapha, el Señor que te sana tanto a ti como a las aguas. Registra la misericordia más bien que la aflicción, y da gracias al Altísimo.

Ahora, para concluir, alguien dirá: "este es un sermón misionero muy curioso." Sí, pero verán, yo no seleccioné el sermón misionero para hoy: mis hermanos hicieron eso, y ciertamente yo no arreglé mi propia enfermedad, como para coordinar que cayera en este día. ¿Cómo puedo danzar al sonido del pandero cuando estoy débil y triste? Si me correspondiera a mí la elección de mi propio estado de salud y de mente, tendría la elección de mis propios textos, y los escogería apropiados para las distintas ocasiones conforme estas se presenten; pero estoy obligado a predicar lo que puedo predicar, y como conozco muy bien el sabor de Mara, y un poco acerca de la dulzura que el árbol sanador puede proporcionar, sólo puedo decirles lo que conozco por experiencia. 

Pero es un buen sermón misionero después de todo. Permítannos mostrarles de qué manera. Aquí tenemos UNA SUGERENCIA DE COMPASIÓN. 

Hermanos, a lo largo del mundo los paganos experimentan pruebas, amarguras y dolores. Yo mencioné que los cristianos tienen aflicciones peculiares, pero los lugares oscuros de la tierra tienen aflicciones más horrendas todavía. Algunas naciones son devastadas por la guerra; otras son atormentadas con costumbres y ritos diabólicos: sus acciones incluso hacia ellos mismos a través de sus supersticiones son brutales. Podría muy bien comparar al mundo que yace en la oscuridad a una caravana sedienta reunida junto al pozo de Mara donde el agua es demasiado amarga para ser consumida. 

¡Oh, las miserias, las miserias de la humanidad! Altos son los Andes, sublimes los Himalayas, pero las miserias de los hijos de Adán son más elevadas, más grandes todavía. El Ganges y el Indo, y otras poderosas corrientes, derraman sus aguas en el océano; pero, ¿qué gigantescos abismos podrían contener los torrentes de la aflicción humana? Un verdadero diluvio es la aflicción así como el pecado del hombre. 

Y, hermanos míos, los paganos no saben nada del árbol sanador, el árbol cortado antaño, que todavía tiene poder para endulzar la miseria mortal. Ustedes lo conocen, ustedes sufren sus pruebas, y ustedes las superan mediante las súplicas que hacen a su Señor, y por el poder de Sus consolaciones; pero, ¡ay!, estos hijos de la oscuridad tienen las aflicciones de ustedes y más todavía, pero no tienen al Consolador de ustedes. Para ellos es el diluvio pero sin el arca; para ellos es la tempestad pero sin el refugio. 

Y ustedes tienen con mucha certeza eso que los alegraría a ellos: ninguna duda atraviesa la mente de ustedes en cuanto al Evangelio. Estos son tiempos de irresolución en los que algunos profesantes, e incluso algunos maestros, casi creen que el Evangelio no es sino una teoría entre muchas, y tendrá que pasar su prueba, y, con toda probabilidad fallará como muchos sistemas humanos de pensamiento han fracasado. 

Ustedes no lo creen así; ustedes creen que el Evangelio de Dios es una realidad, una revelación de Jehová. El cielo y la tierra pueden pasar, mas no así Su palabra, Su Cristo, Su decreto, Su pacto. Ustedes saben que cuentan con árbol que puede sanar las fuentes amargas. Ninguna duda atraviesa su mente en cuanto a eso: ¿qué pasa entonces?

Por simple humanidad, y mucho más por los tiernos movimientos de la gracia de Dios en sus almas, los exhorto a que ofrezcan este remedio a aquellos que lo necesitan, y que lo necesitan tanto. ¿Sería suficiente cualquier otra cosa como su sustituto? ¿Hay en cualquier otra parte de la tierra otro árbol sanador además de aquel árbol que cayó bajo el hacha en el Calvario? ¿Hay otras hojas para la sanidad de las naciones? ¿Acaso crece un árbol en Roma, la ciudad de las siete colinas, que pueda sanar las enfermedades de los hombres? No; es una ponzoña venenosa. Córtenla y quemen sus propias raíces. Entre las fantasías de la idolatría, ¿hay algunas invenciones del hombre que puedan refrescar su frente ardiente y calmar sus aflicciones? ¿Acaso la religión de Mahoma ofrece esperanzas por la eternidad que puedan alumbrar la tumba para un pecador que ha despertado? ¿Hay acaso pensamientos de bienaventuranza en la idolatría calculados para alegrar el sepulcro? Todas las religiones responden: "las consolaciones no se encuentran en nosotras."

Es únicamente en la cruz, es únicamente por Jesús crucificado que el mundo puede ser sanado. Hasta aquí muy poco ha sido logrado comparado con nuestros deseos; y en contraste con nuestras ambiciones, prácticamente nada; pero la fe, lanzándose más allá de las cosas que se ven, volando a la cámara de la presencia de Dios, puede contemplarlo escribiendo con la pluma eterna: "Verá toda carne la salvación de Dios"; y está segura que el árbol endulzará aún las aguas. 

Vamos, hermanos, que su fe sea manifiesta por sus obras. Ayuden hoy, hoy por medio de sus donativos; ayuden mañana, mañana por medio de sus oraciones. Hay una oración que pretendo continuar ofreciendo hasta que sea respondida, que Dios derrame en esta iglesia un espíritu misionero. Quiero ver a nuestros jóvenes dedicándose a la obra, quiero ver a algunos que no tengan miedo de aventurarse a predicar a Jesucristo en regiones lejanas. Yo no tengo mucha fe en las sociedades misioneras; logran menos, debo protestar, cada año; sin embargo, no debemos nunca hacer a un lado un instrumento mientras no tengamos lista otro mejor.

Si Dios quisiera enviar el fuego vivo a través de las iglesias de Inglaterra, si quisiera enviar de lo alto un impulso divino, veríamos levantarse por aquí y por allá hombres que dijeran: "Henos aquí: envíanos." El Espíritu de Dios dirá: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra", y cuando esto se haga espero ver días más felices. 

Hemos endulzado un poco las aguas; la viuda inmolada en la hoguera no arde más (1); el africano está libre; el barco de esclavos no atraviesa más las profundidades. En algunas regiones las guerras de exterminación han cesado; la paloma blanca de la paz vuela donde era visto el cuervo de la guerra. Gloria sea dada a Dios. Unas cuantas hojas arrojadas en las aguas han logrado esto. Demos testimonio de un Cristo pleno y de un Evangelio pleno entre las naciones, y sumerjamos el árbol en esta Mara, hasta que al fin el mundo entero beba de las dulces aguas del amor divino, y Dios sea todo en todo. Que Dios los bendiga, por Jesucristo nuestro Señor. Amén. 

Porción de la Escritura leída antes del sermón: Éxodo 15.