jueves, 24 de marzo de 2016

¿Amas a tu esposa? (Col 3:19)


Por Miguel Rodriguez

¿Cómo mostrar amor verdadero hacia nuestras esposas? La respuesta es tan clara en este texto, y es no siendo áspero con ellas. Pero, ¿que tanto ponemos en práctica este texto? ¿Cuántos hombres nos hemos tomado el tiempo de meditar en este texto y estudiarlo exegeticamente y en su idioma original? Es saludable hacerlo, pidiendo la guia del Espíritu Santo para poder entender biblicamente este texto y aplicarlo conforme a la voluntad de Dios.

Colosenses 3:19

(RV1960) MARIDOS, AMAD A VUESTRAS MUJERES, Y NO SEÁIS ÁSPEROS CON ELLAS."

(Biblia de Ginebra) Se requiere de los maridos que amen a sus esposas, y los tratan con cuidado.

(PDT) "Esposos, amen a su esposa y no la traten mal."

MARIDOS, AMAD A VUESTRAS MUJERES,

El amor… el amor… un tema tan predicado en muchas iglesias, pero muy mal predicado, ya que se predica un amor de carácter humanista centrado en el hombre, de manera que muchos varones que reciben tal enseñanza son desobedientes a este mandamiento. Y aún si se esforzasen en tratar de cumplir este mandamiento lo hacen mal porque su mente esta adormecida con ese falso evangelio humanista del amor.

Lo que el hombre debe entender en primer lugar es que Dios nunca le dijo al hombre que someta a su esposa como muchos machistas piensan. La Biblia no dice: “hombre, somete a tu mujer. Esa es tu responsabilidad.” Lo que Dios al hombre es que ame a su esposa. Esa si es su responsabilidad. La Biblia dice: “esposo, ama a tu esposa, y no seas áspero con ella.”

Algunos hombres creen que amar a su esposa significa decir: “te amo, te amo mucho. Beso y abrazo, etc.” pero en todo lo demás de la vida diaria actúan como si odiaran a sus esposas o como si las quisieran apenas un poquito. El amor de demuestra con acciones, con los actos debe demostrar cuan profundamente se ama a la esposa. Amar no es una confesión de amor de labios nada más. Si ponemos nuestras miradas en el Evangelio podemos apreciar que así como el Padre ama a su Hijo, así como Dios ama a su iglesia, así como Dios ama al varón, así el varón debe amar a su esposa.

Siendo cabeza del hogar:

La meta de tu amor debe ser Cristo en la cruz. Ser cabeza significa amar y cuidar a nuestras esposas como Cristo ama y cuida a su Iglesia. Una de las maneras de demostrar amor por nuestras esposas es siendo la cabeza del hogar, ejerciendo el papel de autoridad que Dios nos ha dado. Ser la cabeza no significa buscar nuestro beneficio personal para satisfacernos a nosotros mismos. Ser la cabeza es buscar el beneficio de otros, en este caso el de nuestras esposas. Ser cabeza no significa gobernar como un tirano, ni andar malhumorado, ni ser grosero. Ser cabeza no significa que el esposo debe considerar o tratar a su esposa como una súbdita que debe cumplir todos los caprichos del hombre.

Si la cabeza de la Iglesia, que es Cristo, nos amó y murió en una cruz, el esposo también debería amar a su esposa como Cristo amo a la Iglesia. Ese es el modelo que tenemos los varones. Como cabeza del hogar el esposo debe amar a su esposa con un amor sacrificial, muchas veces el esposo que renunciar a algunas cosas por ella. Así como Cristo dio su vida para que podamos conocer al Padre, así también el esposo debe dar su vida por su esposa, en el aspecto de dar lo mejor por ella, esforzarse en instruirla en la Palabra de Dios para que la esposa conozca más a Dios, esto se da en mayormente en la lectura del devocional o en el culto familiar. Esto es algo que me recuerdo a mí mismo, ya que yo no podría subir al púlpito cada Domingo para predicar en la iglesia, si es que durante la semana no he sentado con mi esposa a meditar en el devocional e instruirla en la Palabra de Dios. Quien se encarga de la instrucción espiritual de la esposa, no es el pastor, es el esposo.

Y NO SEÁIS ÁSPEROS CON ELLAS.

¿Cómo puedo mostrar a mi esposa que la amo? La respuesta es sencilla, directa y entendible: NO SEAS ÁSPERO CON ELLA.

Áspero es la palabra griega: “pikraíno” y significa: “amargar, amargo, áspero, producir un sabor amargo en el estómago, visitar con amargura para llorar, cortar, rasgar, herir con algo puntiagudo.”

Según este texto la manera de que tu esposa sepa que la amas, es: No siendo áspero con ella. No ser áspero significa no ser duro ni tosco con la esposa, no tratarla con aspereza, no tratarla mal, no maltratarla de ninguna manera, ni hacerla amargar o provocar amargura en su corazón, ni hacerla llorar. Un hombre incrédulo no pone en práctica este mandato, y si lo hiciera lo hace por razones equivocadas o egoístas. Mas el hombre que ha nacido de nuevo procurará esforzarse cada día en poner en práctica este mandamiento dado por Dios a los varones de su iglesia. Si el esposo no obedece este mandamiento, y trata ásperamente a su esposa provocará dolor en su alma, formando una hiel de amargura en su esposa, debilitará la comunión con su esposo y con Dios. 

Pablo sabía que el varón es áspero por naturaleza y es algo con lo que tendrá que luchar todo los días de su vida. El gran problema del varón de aquel tiempo es el mismo problema del varón en el día de hoy. El gran problema es la aspereza, y es algo que el hombre debe evitar. 

Porque los hombres somos toscos y prácticos. En cambio las mujeres son sensibles y detallistas. Ante cualquier situación el casado debe ponerse en el lugar de esposa.

La aspereza en la antigüedad y en la actualidad:

Pablo sabía que los varones de Colosas estaban en medio de la influencia filosófica griega. En la antigua griega se tenía un bajo concepto de la mujer:

“Nosotros tenemos las prostitutas para el placer, a las concubinas para proporcionarnos cuidados diarios y tenemos a las esposas para que nos den hijos legítimos y sean las guardianas fieles de nuestra casa...” (Demóstenes)

Los griegos tenían un bajo concepto de la mujer, era prácticamente considerada una sirvienta. Ese pensamiento filosófico griego es el mismo pensamiento de muchos hombres en el día de hoy. Hoy muchos hombres del mundo ven a sus esposas como un objeto para tener hijos y cuidar la casa nada más, y buscan fuera de sus casas el afecto íntimo. A muchos varones cristianos se les olvida que no solo son sus esposas, sino también sus hermanas en Cristo.

Lo que es peor, hay muchos esposos que a una hermana de la iglesia, la tratan con muchos más afecto y delicadeza que a su propia esposa. Muchos hombres dentro de la iglesia se portan son muy corteses, muy amables, muy piadosos, son vistos casi como un ángel, pero en sus casas con sus esposas son toscos, son amargados, son unos monstros con ellas. Hay otros hombres que andan quejándose de la inmadurez de sus esposas. De esta manera evaden su responsabilidad, porque la madurez o inmadurez de la esposa depende en alguma manera de cuánto el esposo la esté instruyendo a su esposa en la Palabra de Dios. Si ese es tu caso, amigo lector vez de estar quejándote de la inmadurez de tu esposa, deber estar instruyendo a tu esposa en el conocimiento de Dios.

“Los maridos deben amar a sus esposas con afecto fiel y tierno.” (Matthew Henry)

Colosenses 3:19 en la versión Biblia de Ginebra dice: Se requiere de los maridos que amen a sus esposas, y los tratan con cuidado.

El esposo no debe ser áspero con su esposa, sino tratarla con sumo cuidado, con mucha delicadeza, como vaso frágil dice otro texto de la Escritura. Esto no significa que el esposo va a tener que agradar a su esposa más que a Dios. Esto significa que al tratar con cuidado y delicadeza a tu esposa, ya las estas agradando a ella y a Dios. A nuestras esposas las agradan, les gusta que la tratemos con cuidado y delicadeza, como a una reina. Y a Dios le agrada que la tratemos con amor sin aspereza porque esa es la voluntad de Dios.

El esposo no tiene excusa para tratar mal a su esposa, así haya tenido un mal día de trabajo. Algunos hombres se justifican diciendo: “Vengo estresado del trabajo. Por eso la trato así, y ella me tiene que comprender.” Hacer o decir esto es contradecir las Escrituras, es contradecir a Dios, el autor de la Biblia porque todo varón que ha nacido de nuevo está capacitado por el Espíritu Santo para obedecer este mandamiento.

EL hombre sin Cristo tiene la habilidad natural para trabajar. Pero el hombre en Cristo tiene la habilidad natural para trabajar y también tiene la capacidad espiritual para no ser áspero con su esposa, para tratarla con cuidado, para amarla. Si esto no fuera así, Dios nunca hubiera dado el mandato los varones cristianos: “No seas áspero con tu esposa” Una persona que no conoce al Señor jamás va a amar a su esposa, porque no tiene el Amor de Dios derramado en su corazón. Por más que un hombre incrédulo le diga a su esposa: “Te amo, te amo, te amo”, ese concepto de amor que tiene ese hombre sin Cristo es un amor pecaminoso y perverso. Solo aquellos varones que han nacido de nuevo, que son verdaderos cristianos, tienen la capacidad de amar a sus esposas, porque ese amor proviene no de ellos, sino del amor de Dios derramado en sus corazones.

Solo aquellos que han nacido de nuevo pueden: demostrar amor hacia sus esposas, van a procurar agradar a sus esposas, cuidándolas con el mayor esfuerzo posible, tratándolas con delicadeza, complacerlas en todo lo que a ellas les agrada, siempre y cuando este dentro de la voluntad de Dios.

El áspero es como un incrédulo

El comentarista bíblico John Gill, (fue un pastor bautista de Inglaterra que ejerció el pastorado durante 51 años, desde 1718), en su comentario de 1 Corintios 7:33 decía:

“Hay algunos que no toman el cuidado de complacer a sus esposas… y son peores que los infieles;”

John Gill, lo que está diciendo es que, un esposo que no tiene el cuidado para con su esposa es peor que un incrédulo. Suena fuerte esto, pero es lo que se pensaba en el siglo XVIII, cuando vivía John Gill. Esto no quiere decir que el hombre áspero es una persona incrédula. Esto quiere decir que el hombre cristiano que trata ásperamente a su esposa, está comportándose como lo hace una persona incrédula de este mundo. De esta manera, deja su testimonio de Cristo por los suelos, y su conducta es igual a cualquier hombre del mundo. Sin embargo, hoy día para el mundo es tan normal que un hombre trate ásperamente a su esposa. Y este pensamiento debe ser desechado por un esposo si es que ha nacido de nuevo.

Otro aspecto de como amar a la esposa es como Cristo amo a su iglesia. Eso es: proteger a la esposa del mal, no exponerla al pecado. Y así como Cristo perdona los pecados de su iglesia, el esposo debe perdonar a su esposa. Miremos a Cristo como dio su vida por su iglesia, como se despojó de si mismo para hacerse hombre y morir en una cruz para salvarnos. Ahora, a los varones nos corresponde dar nuestra vida por ella, dar lo mejor para nuestras esposas, ocuparnos en su santificación enseñándoles la Palabra de Dios. Esto no implica reemplazar el papel del Espíritu Santo en la obra personal y progresiva de la santificación de nuestras esposas. A Dios daremos cuentas por no haber gobernado bien nuestro hogar, y la mejor manera de gobernar nuestro hogar es con la Palabra de Dios. La Palabra de Dios debe gobernar la mente del esposo y la esposa.

Qué Dios nos ayude a amar a nuestras esposas y a no ser ásperos con ellas.

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